Vierta
la harina en un bol, déle forma de volcán. Casque los
huevos y separe las yemas de las claras colocando las primeras en el
hueco hecho en la harina, junto con el aceite, sal y pimienta, a gusto.
Con la
cuchara de madera mezcle lentamente, hasta que la mezcla no tenga grumos,
entonces agregue paulatinamente la cerveza, revolviendo siempre. Deje
reposar en lugar templado durante 1 h.
Cuando
falten 10 min. para que se cumpla ese tiempo, lave los tomates, escúrralos
y córtelos en rodajas de 7 a 8 mm. de ancho. Con la cucharita
retire las semillas y envolviéndolos con el paño, la mayor
cantidad posible de líquido, con sumo cuidado. Coloque las rodajas
sobre papel absorbente y reserve.
Encienda
el horno, para precalentarlo, a temperatura máxima. Mientras
tanto, en el bol mediano con una pizca de sal, bata las claras a punto
nieve firme y agréguelas de a poco, a la pasta de huevos y harina,
mezclando en forma de movimientos envolventes, con la cuchara de madera,
para que la preparación no se baje.
Vierta
abundante aceite en la sartén y caliente a fuego medio. Mientras
tanto, eche 5 o 6 rodajas de tomate en la pasta, haciendo que se cubran
totalmente de ambos lados y fríalas durante, más o menos
3 min. hasta que estén doradas. Retire, con la espumadera y colóquelas
sobre papel absorbente en la puerta, abierta, del horno para que se
mantengan calientes, mientras cuece las otras.
Una vez
que haya terminado de freir los tomates, eche en el aceite de fritura,
sin retirar la sartén del fuego, el perejil, deje cocer 5 o 6
seg., hasta que no haya espuma. Retírelo y escúrralo sobre
papel absorbente, envolviéndolo, para desechar restos de aceite
y sálelo.
Coloque
las rodajas en la fuente para servir y rocíelos con el perejil,
se sirven bien caliente.