Chicureo: Comentario de marzo del 2003

Kiko Benítez tras el espejo en Guay-guay.

Todas las imágenes ampliables menos la superior

Verdaderamente da pena escribir sobre esas incapacidades humanas que se traducen en desprecio y falta de respeto por los demás, que conducen a todo tipo de atropellos, incluso guerras como la que observamos actualmente, motivados principalmente por una obsesiva ansiedad del beneficio económico.

El caso de Piedra Roja convence en que apunta a este tipo de situación. Piedra Roja es grande, por supuesto, de un tamaño similar al de la comuna de Vitacura. Es importante, también, porque genera trabajo, movimiento económico y un posible desarrollo urbano que debería resultar en un ejemplo a los por venir en el país. Y equilibrado porque respeta su medio ambiente.

No quiero ser alarmista ni que nadie se base en mis opiniones así que, por favor, vaya a verlo usted mismo, llegue a sus propias conclusiones y, en lo posible, hágase acompañar por un Ingeniero y, quizás un Abogado. No se forme una opinión por lo que decimos aquí ni por el material fotográfico que proporcionamos ni en esta página ni en las recientes fotografías aéreas que hemos mostrado.

¿Por qué nuestra preocupación? Porque después de recorrer todo el sector tenemos la impresión de que Piedra Roja, habiendo intervenido todas las cuencas del valle que ocupa y de conducir todas las aguas lluvia hacia abajo, a dos puntos únicos, ha dejado al resto de la comunidad en peligro de algo más que inundaciones esporádicas. Estos puntos son, uno a trescientos metros aproximados al norte de la rotonda que están construyendo en el Camino a Chicureo, que actualmente termina en el muro de un fundo; y el segundo, más arriba por el sur, que termina en el cauce natural de la quebrada El Loro, que bordea El Chamicero cruzando el canal Batucano, normalmente rebasándolo, para seguir por predios mayormente agrícolas hasta alcanzar el estero Los Patos.

El proyecto de Piedra Roja, probablemente de origen extranjero, se construye en función de una serie de supuestos y permisos provisorios entre los cuales se considera uno muy particular: los cursos de agua naturales que se reciben y que se modifiquen deben entregarse en el punto del curso original que le corresponde. A su vez, las modificaciones de estos cauces tienen permisos en la medida que se ajusten, finalmente, al Plan Maestro de Aguas Lluvia, el que aún no está aprobado.

Desde el punto de vista de entregar el agua en su curso original, dada la geografía del sector, estas quebradas deberían llegar a una cincuentena de puntos diferentes, obligando a una red de acequías, y no sólo a dos puntos, con uno de ellos ahora ciego, e igualmente ciego en el futuro aunque el fundo en cuestión le de pasada.

Desde el punto de vista de las obras, estas se desarrollan aceleradamente para ser terminadas lo más pronto, aunque finalmente no queden ajustadas al Plan, pero que difícilmente serán modificadas una vez terminadas. De hecho, son numerosos los vecinos que se manifiestan impresionados por la urgencia en la construcción de la rotonda, llamémosla Guayguay-Chicureo, mientras no le pongan nombre, aunque yo la llamaría "Los Lagos".

Y a propósito de lagos, cuando el Presidente, junto al Ministro Ravinet participaron de la ceremonia inaugural y cooperaron a poner la primera piedra —roja, obviamente—, tuvimos la esperanza de que por fin se estaba llevando adelante un desarrollo armónico y coordinado del valle, considerando todas las partes involucradas, lo que pondría fin definitivo a sus problemas, geográficos, urbanos, comerciales, y no, como lo enfrentamos hoy, agravándolos seriamente.

Para que Chicureo llegara a un nivel de riesgo de inundaciones, se requería de un prolongado período de lluvias —aproximadamente 90 mm. en tres o cuatro días o haber sobrepasado los 150 mm. en el año—, de manera que una lluvia fuerte, sobre los 25 mm., encontrara el suelo saturado, escurriendo, entonces, por la superficie.

Sin embargo, con esta solución de Piedra Roja se elimina una enorme área de absorción, se recogen las aguas en los cerros por medio de la canalización de las quebradas y el camino Pie Andino, conduciéndolas a velocidades aceleradas al plano del valle, donde deberán escurrir por donde puedan desde sólo dos puntos.

Esto puede tener varias ventajas comerciales aparentes para Piedra Roja, desde el momento que podría hacer menos atractivas las parcelas de agrado de 5 mil metros, en directa competencia con las propias, pero también la deja sin su herramienta de venta más importante: el Camino a Chicureo.

Se ha intentado hacernos creer que Piedra Roja tiene más que suficiente con la Avenida del Valle y su Pie Andino para llegar a líder de ventas entre las Zoduc, sin embargo Pie Andino, que resulta enormemente conveniente para muchas personas, está lejos de ser una solución masiva de acceso a Santiago por las dificultades de conección que presenta La Dehesa, además de ser una ruta de tres vías y 80 km/hr de velocidad máxima y que más encima enfrenta a la concesionaria de Américo Vespucio Norte, empresa que viene desde hace tiempo ya realizando estudios de mercado que le permitan adoptar soluciones para convencer a los automovilistas a utilizar sus vías y llegar en 10 o 15 minutos al taco de La Pirámide, que toma de otros 5 a 10 eternos minutos, y continuar por la nueva Costanera hacia Providencia o el centro.

Por su lado, la Avenida del Valle conduce al interesado que viene de Santiago norte por otras dos atractivas Zoduc antes de Piedra Roja, favoreciéndolas, obviamente. Aquí corre la ley de las farmacias, cuando busco un remedio, compro en la primera que encuentro (si es "normal").

¿Cuál es la razón, entonces, de transformar el Camino a Chicureo en un posible cauce de agua? ¿Destruirlo? ¿Impedir el acceso de sus potenciales compradores y conformarse con sólo aquellos que vendrán de La Dehesa, los que deberán hacer vista ciega de las inumerables y sensacionales ofertas inmobiliarias que deberán cruzar en el camino?

Olvidaba mencionar que el Camino a Chicureo cuya franja inicial de expropiación lo dejaría de treinta metros de ancho, según el actual Plano Regulador, quedaría finalmente de ¡cuarenta!.

Todo buen proyecto y negocio tiene como meta el insertarse armónicamente en la comunidad, yendo en beneficio directo de ella. Otros proyectos ya realizados que han olvidado este factor inicial han quedado a medio completar y en el encierro de un elitismo poco feliz, como quizás esta misma inmobiliaria conoció en el pasado.

No olvidemos que en un principio, este sector de Chacabuco se llenó de clubes de Golf y de Polo, muriendo la mayoría de ellos en el más estrepitoso de los fracasos, aunque muchos todavía vociferen de su éxito en ventas. Ni hablemos de Termas Internacional, que era un negocio indiscutible.

Y tampoco olvidemos que estas tres Zoduc son total y absolutamente innecesarias desde todo punto de vista —la demanda de viviendas en la ciudad se puede seguir satisfaciendo por lo medios tradicionales—, excepto por el de la apuesta por soluciones globales más armónicas y humanas pero que requieren de seriedad.

De la misma manera como se estudian y proponen soluciones viales para llevar a cabo estos proyectos, se deben estudiar y proponer soluciones fluviales e hídricas en vez de quedar a la espera de planes futuros que pueden demorar años. Una empresa como Piedra Roja, por medio de asociaciones estratégicas, permutas o compraventas, y un proyecto acorde a su realidad geográfica, podría haber solucionado desde un inicio el problema de las aguas, dándoles utilidad en su propio beneficio y conduciendo los excedentes al estero Los Patos.

Ahora impone todo lo contrario. Trasladar su responsabilidad sobre las aguas, al recogerlas, a un fundo intermedio para que las derrame en lugares habitados con ninguna posibilidad de desviarlas ni escurrirlas.

Cordialmente le insisto, véalo usted mismo y si estoy equivocado, con el mayor de los agrados rectificaré estas palabras,