Está
claro. En la vida uno tiene que ver de todo. En un mundo hoy bastante
convulsionado, en el que los cambios se suceden minuto a minuto --ya
no día a día--, hay que mantenerse preparado para no anestesiarse
a ellos, acostumbrándose, y perder la perspectiva de la importancia
particular de cada uno.
En
los próximos diez años veremos revoluciones tan descabelladas
como el fin de los discos duros mecánicos, reemplazados por micro
sistemas con capacidad de almacenamiento casi infinito, o Internet y
multimedia por telepatía (un instrumento que traduzca las señales
electromagnéticas directamente a señales cerebrales),
o que las fuerzas armadas del mundo estarán unidas para evitar
las guerras, en vez de combatir en ellas.
Este
cambio en los ejércitos del mundo no es para nada un cambio fácil.
Durante milenios los soldados han sido enseñados para vencer
o contener violentamente, lo más rápida y definitivamente,
a sus adversarios.
Ahora
es al contrario. En base a la disciplina inculcada, se les exige evitar
utilizando todos los medios pacíficos de convencimiento y negociación,
el que se produzcan enfrentamientos, armados o no. Obviamente, para
ello necesitan también de práctica.
Nos
tocó cubrir un ejercicio de entrenamiento en el cual grupos aparentemente
de civiles que podrían ser perfectamente guerrilleros --de alguna
nacionalidad cualquiera--, impedían el paso a un grupo de cascos
azules de las Naciones Unidas con exigencias de todo tipo. Un comandante
en una guerra típica, se abre paso por la fuerza, pero en estas
circunstancias se debe abrir paso con la paciencia.
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"Véncete
para vencer", lema en la insignia de las Fuerzas Especiales
chilenas. |
No
es una situación fácil para nadie y menos para un grupo
de personas de no mediar una extraordinaria autodisciplina o disciplina
grupal, que es precisamente lo que se inculca desde un principio a los
soldados y es ahí donde estriba su actual importancia.
Resulta, entonces, notable, esta contrapartida
en que se utilice precisamente a los guerreros para evitar la guerra,
y lo es aún más cuando deberán actuar en países
extranjeros y no en sus propias patrias. Por
lo mismo resulta notable el lema de nuestras Fuerzas Especiales, "Véncete
para vencer", que está lejos de ser un lema sin contenido.
La
misma insignia, a la derecha, con la espada cruzando un cráneo,
donde están las ideas, resulta bajo este lema como harto autoreferente.
Vencerse a sí mismo para vencer... ¿qué o a quién?
Se me aclara definitivamente el concepto al reemplazar el término
"vencer" por su sinónimo "triunfar".
La
nueva preparación para la guerra involucra, así, tanto
el saber luchar como saber el evitarlo, aunque el cambio más
importante de esta nueva situación es esta consolidación
de fuerzas internacionales que gradualmente, como Internet, está
diluyendo las fronteras.
Por
supuesto que no faltan los detractores, como el sitio "Actualité
de l'Anarcho-syndicalisme", que en el artículo de la
FEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA (SECTION DE L’A.I.T.) : CHRONIQUE
DU CHAOS CAPITALISTE*, homologa el
NAFTA y el ejercicio Cabañas 2002 en Chile, como parte de una
estrategia norteamericana imperialista. Sin embargo, y a pesar del reciente
aumento del Presupuesto Militar de este país, la solicitud de
las Fuerzas de Paz ha obedecido a reacciones mundiales, con participación
de muchos países y que han evitado, finalmente, casos como los
de genocidio en Europa. Por supuesto, falta ver si algún día
la ONU intervendrá en Ulster o Palestina, por ejemplos.
Pero
igualmente: ¿Cuánto tiempo falta para un mundo con un
sólo gobierno? Poco, está claro. Y el problema es si lograremos
que este único gobierno sea realmente democrático y que
no, tras el argumento de la paz, se termine imponiendo sobre las minorías
por medio de la fuerza.
El
mayor defecto de la Democracia y la Globalización es, aparentemente,
la falta de protección de las minorías. Mientras la humanidad
debería garantizar los derechos de sus minorías --recordemos
a los católicos en la Antigua Roma, o los judíos en Europa
el siglo pasado, al igual que infinitos otros casos--, la imposición
de las mayorías resulta normalmente extremadamente destructiva.
Sin
embargo el cambio parece inevitable además de deseable. Pero
no debemos dejar que pase bajo nuestros pies como otro proceso normal
porque nunca podrá serlo.