Me
gusta la palabra "abrazar". El abrazo es un acto extraordinarios
que implica múltiples y diferentes emociones, las que van desde
el amor más apasionado, hasta el odio más furioso, pasando
por la admiración, el respeto y todo el resto del arcoiris de
los afectos humanos.
Difícil
que alguien nunca haya abrazado a otro, como también resulta
difícil que nunca nadie haya realizado el mismo acto con otro
pero no con los brazos, sino que con los muslos o piernas. Pero amuslar,
apiernar son palabras que no existen, aunque apuntan al mismo
acto del abrazar, aunque con otras extremidades.
El
número de palabras que no existen es innumerable. Aunque existe
un "nosotras", que implica una agrupación de mujeres
o todas ellas, y un "nosotros", que implica una agrupación
indeterminada de mujeres y hombres o toda la humanidad, no existe una
palabra que implique una agrupación exclusiva de hombres o todos
los hombres, un "nosotros, los hombres".
Esto,
que aparenta ninguna importancia, al igual del hecho que las mujeres
pueden utilizar con toda libertad la ropa de hombres, pero los hombres
no pueden utilizar ropa de mujer, so riesgo de ir presos, apunta al
hecho simple de que resulta imposible pensar bien si no se tiene un
vocabulario preciso. Obviamente que se puede pensar con imágenes
pero el raciocinio que abarca la realidad, y que permite demostrarla
a otros, depende de aquellos términos que nos capacitan a todos
para pensarla de la misma manera.
¿Tiene
verdadera importancia el problema? Tanta como el de una calle que no
tiene nombre. Obviamente usted podrá llegar a una dirección
en una calle sin nombre, pero es extraordinariamente más fácil
llegar a una dirección del tipo "calle con nombre, número
tanto" que a "llegas a Américo Vespucio, doblas a la
izquierda y después de harto rato donde hay unos álamos...
etc., etc.".
El
punto es que uno piensa y se expresa con el lenguaje, administra y legisla
con el lenguaje, y juzga y sentencia con el lenguaje. La religión
también se propaga a través del lenguaje, difundiéndose
con fuerza entre los que menos lo dominan --los niños--, lo que
produciría intensa rebelión en sus padres si se tratara
de otro tipo de adoctrinamiento, como el Comunismo, por ejemplo.
Cada
frase que uno expresa, entonces, está llena de incertidumbres
respecto tanto a lo expresado como a lo comprendido. "Ella lo amusló
con fuerza y pasión", en el sentido que "ella lo capturó
entre sus piernas con fuerza y pasión", resulta una oración
de significado complejo porque le otorgamos a las piernas una mayor
fuerza y torpeza que a los brazos, otras motivaciones y funciones, aunque
la cuestión es que ella simplemente lo "amusló".
Lo
escrito se dirige a que entre todas las palabras que no existen hay
una que si existió en el griego antiguo que en una mayoría
no hemos conocido. Ella es la palabra "Paideia".
¿Y
qué sapos y guarisapos podría significar esa palabra?
¡Seguro que nada importante!, podrías agregar.
"Paideia"
es probablemente la palabra más compleja y completa que hayamos
utilizado como especie --probablemente por eso la olvidamos--, e indica
nuestro objetivo como individuo, nación y cultura de ser de una
determinada forma. Así, cada vez que pronunciáramos el
término "Chile" deberíamos estar haciendo referencia
a nuestra "Paideia", pero por un lado la izquierda política
le da a Chile un significado "rotoso" mientras por otro la
derecha política le da un significado, también "rotoso".