Fuente: El Mercurio.com – El periódico líder de noticias en Chile
Novedosa es la mirada que entrega en entrevista con “El Mercurio” el profesor emérito de Cambridge Marcial Echenique -experto en transportes y urbanismo- sobre los problemas que aquejan a Santiago.
Este arquitecto, que ha asesorado a varios gobiernos, cuestiona el consenso de los expertos en diversas materias relacionadas con transporte, en especial los roles asignados a la bicicleta y el automóvil, el bus y el metro. Asimismo, critica cierta inflexibilidad en la visión de los mismos profesionales sobre el desarrollo urbano de Santiago.
Un ejemplo es el consenso de la mayor parte de nuestros expertos sobre el negativo rol del automóvil, y la necesidad de castigar su uso.
Echenique señala que en grandes ciudades como París y Londres la proporción de viajes en automóvil es muy superior a la de Santiago. El problema de Santiago es que solo dedica una proporción muy pequeña de su área a calles y avenidas: un 15% contra el 30% de una ciudad bien planificada como Barcelona, y propone aumentar el número de carreteras concesionadas, un anatema para varios especialistas en transporte.
Asimismo, considera poco relevante el uso de la bicicleta, ya que la variable clave en el transporte urbano son los pasajeros-kilómetro y no el uso ocasional para el transporte de distancias cortas, usual en las bicicletas.
La bicicleta representa el 2% de los kilómetros recorridos, y es por lo tanto un aporte para la salud de las personas, pero no es relevante para el transporte en la ciudad. Debido a que no ocupan espacio en calles congestionadas, considera que los trenes de acercamiento y el metro son una mejor opción para expandir el transporte público que los buses en superficie.
Por último, critica la preferencia del Ministerio de Transportes por la restricción vehicular, y no atreverse a imponer la tarificación vial, más eficiente y con menos efectos regresivos de los que se le asignan. Si los usuarios de altos ingresos deben pagar para desplazarse en automóvil por la ciudad, la congestión se reduce, beneficiando a quienes usan el transporte público.
Es una refrescante mirada a la ciudad frente las políticas públicas planteadas por los expertos locales en transporte y urbanismo. Algunos de ellos fueron creadores e impulsores del Transantiago, el epítome de una política pública fracasada en materia de transporte urbano.
Con todo, se requeriría una enorme y costosa reconstrucción de Santiago para aumentar sustancialmente su porcentaje de calles y avenidas, siguiendo el ejemplo de Barcelona. Pero se puede avanzar con algunas carreteras concesionadas ya estudiadas y planificadas cuyos proyectos se han estancado en los últimos años, tal vez por esa misma ideología antiautomóvil. Se deberían considerar al menos el proyecto de autopista urbana que une La Florida con la Ruta 78, y el Orbital en la cota 1.000, que permitiría mejorar las comunicaciones entre el Sur y el Norte de Santiago. También se hace necesario expandir el metro, lo cual es una mejor solución para el transporte público que seguir reduciendo el espacio para automóviles en la ciudad con corredores exclusivos para buses. En estas materias, la ideología de los expertos en transporte podría no estar priorizando el bienestar de la sociedad.
Mientras en ciudades bien planificadas se dedica el 30% de la superficie a calles, Santiago solo destina el 15%.
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