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Publicado en Historia, Noticias el Viernes 26 de Junio, 2015

El Mercurio.com – De Waterloo a Chacabuco: los militares napoleónicos en Chile

Franceses en Chacabuco

Esta litografía de la batalla de Chacabuco , del pintor romántico francés Theodoro Gericault, de 1819, fue realizada de acuerdo al relato del oficial Ambrosio Cramer, que participó en la contienda.

Fuente: El Mercurio – Jueves 18 de Junio de 2015

María Soledad Ramírez R.

Era el 18 de junio de 1815, y en los campos de batalla de Waterloo quedaba sellado el destino de Napoleón. No más, por ahora, delirios imperiales, pero sí una cantidad no menor de militares franceses con vasta experiencia en combate que debieron, literalmente, bajar armas. No por mucho tiempo. Obligados a salir de su patria por su pasado bonapartista, muchos tomaron rumbo a Estados Unidos -la joven República- o derechamente a América del Sur, donde la lucha por la independencia del Imperio Español era el escenario perfecto para continuar combatiendo, como mercenarios, por los ideales revolucionarios.

Ambrosio Cramer, Jorge Beauchef, Alejo y Eustaquio Bruix, Benjamín Viel Gomets, Federico Brandsen, son algunos de los hombres que vinieron bajo estos designios. Se estima que fueron unos 100, de los cuales 30 reclutó José Miguel Carrera en Estados Unidos. Entre ellos venía el ingeniero francés Alberto Bacler D’Albe y el capitán italiano al servicio de la Francia napoleónica, José Rondizzoni.

Como señala Diego Barros Arana en su canónica “Historia general de Chile” (reeditada por Editorial Universitaria), “Buenos Aires era entonces el centro de reunión de numerosos oficiales extranjeros, franceses en su mayor parte, que venían huyendo de las persecuciones que habían seguido a la restauración de diversos soberanos europeos… El gobierno de las provincias unidas del Río de la Plata, deseoso de aprovechar los conocimientos de esos oficiales, les daba prontamente colocación en el ejército independiente…”.

De todos estos hombres destaca el teniente coronel Ambrosio Cramer. Formado en el ejército bonapartista, peleó en España y estuvo en Waterloo. Llegó en 1816 a Buenos Aires y rápidamente San Martín vio en él a un excelente instructor militar, con mucha experiencia en el campo de batalla. Barros Arana lo describe como “un oficial francés de verdadero mérito, pero impetuoso y poco dispuesto a la obediencia”, lo que finalmente le significó dejar el ejército. Murió en Argentina en 1839.

Su participación en la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, fue fundamental para el éxito de ese primer encuentro entre la división dirigida por el general Bernardo O’Higgins y las huestes realistas apostadas en el valle. Cramer comandaba el batallón de infantería número 8, con una tropa de 833 hombres. La división se encontró con las tropas dirigidas por el realista Rafael Maroto, y sin esperar los refuerzos de San Martín ni el comandante Miguel Soler, emprendieron la carga. Los registros indican que Cramer apoyó decididamente a O’Higgins.

Este militar francés también habría sido el relator de los hechos que luego plasmó en dos litografías el pintor romántico francés Theodoro Gericault: las batallas de Chacabuco y de Maipú, en 1819 y 1820. El historiador chileno Felipe Santiago del Solar señala en un ensayo que el artista tenía afinidades con el bonapartismo y que “solía participar de reuniones en el taller de Horace Vernet, donde conoció a muchos veteranos de la Grande Armée . En ese contexto, conoció al oficial Ambrosio Cramer, quien le solicitó que realizara las litografías de los personajes y batallas en los que participó en América de Sur, luego de la caída de Napoleón”.

Los hermanos Alejo y Eustaquio Bruix -el primero era paje de Napoleón- también pelearon en Chacabuco en el Regimiento de Granaderos a Caballo y luego en la campaña del sur, donde murió el segundo. El general Beauchef -que no alcanzó a llegar a Chacabuco- los recuerda sentidamente en sus memorias, y relata que las últimas palabras de Eustaquio antes de morir fueron para Napoleón y la independencia de estas regiones.

No todos los que vinieron fueron de excelencia. Barros Arana menciona, por ejemplo, lo decepcionante que fue el general Miguel Brayer, que venía precedido de mucha fama y acá fue “mediocre”; o Francisco Drouet, que “cometió faltas graves”.

La presencia de estos hombres, liberales y antiabsolutistas, vinculó con fuerza los procesos republicanos de América Latina con la Europa post Bonaparte.

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