Domingo 15 de Febrero de 2015, Manuel Valencia
Cuando a fines de 2013 se aprobó el nuevo Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS 100), el instrumento anticipaba que la ciudad de 70 mil hectáreas se extendería otras 9.444 para resolver sus requerimientos de más suelo urbano.
Sin embargo, esa “promesa” de más superficie ya estaba más que cumplida desde hace unos 10 años. Un estudio elaborado por el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC logró medir la verdadera superficie del Gran Santiago, y estableció que hasta 2012 asciende a 85.899 hectáreas, 15 mil más de lo que dicen las estadísticas oficiales.
A partir de análisis satelitales, los investigadores lograron determinar que zonas que en los planos lucen como rurales se han urbanizado a un ritmo vertiginoso y a tal punto, que ya cuesta distinguir hasta dónde llega la ciudad. Específicamente, esos terrenos están conformados por parcelas de agrado convertidas en pequeños condominios que tienen una relación funcional directa con el Gran Santiago.
Esos loteos irregularmente urbanizados totalizan 12.986 hectáreas, un tamaño equivalente a la superficie de Las Condes y Vitacura juntas, y corresponden a un 15% de toda el área urbana de la capital.
Entre las comunas que más han crecido en superficie de parcelas de agrado en los últimos 10 años están Colina (1.787 ha), Curacaví (1.494 ha) y Pirque (1.464 ha). Las tres se ubican a entre 20 y 40 kilómetros de Santiago.
Para Luis Fuentes, subdirector del Instituto de Estudios Urbanos de la UC y uno de los investigadores detrás del estudio, la evidencia muestra que Santiago “no solo se está densificando en la zona central, sino que también crece en su área de influencia. La mancha urbana de la ciudad se ha expandido con fuerza en los últimos años”.
También la investigación confirma que las comunas satélite y periféricas explican la extensión de la ciudad. Colina lidera ese incremento, con 1.400 hectáreas -un alza de 260% de su propia superficie en los últimos 10 años, explicado principalmente por zonas como Chicureo, que por sí sola se expandió en 2.656 hectáreas en la última década-, seguida de Pudahuel (1.387 hectáreas) y Puente Alto (1.340).
Carlos de Mattos, urbanista y otro de los autores del análisis, sostiene que la tendencia es una réplica de lo que pasa en otras grandes capitales del mundo. “Más allá de las regulaciones que existen, esto se repite en Buenos Aires, con barrios cerrados, y en la isla de Selandia, que ha expandido el crecimiento de Copenhague. Es difícil que el Estado pueda intervenirlo, pero sí controlarlo. Con el nuevo plan regulador que exige condicionamientos a los desarrollos, esto podría morigerarse”, advierte.
[box type=”box” width=”350″ template=”Normal” align=”right” color=”yellow”]Transantiago: Los expertos plantean que debe ampliar su cobertura a comunas que generan sus viajes laborales hacia la zona urbana, como Lampa, Colina o Padre Hurtado. El ministro de Transportes, Andrés Gómez-Lobo, aclaró recientemente que Transantiago “es un sistema metropolitano, “y no incluye los servicios interurbanos”.[/box]Nueva mirada
El estudio también recoge la metodología elaborada por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) para medir ciudades. En el informe urbano sobre Chile que la entidad elaboró en 2013 se establece que las grandes ciudades tienen un núcleo o zona urbana funcional y un área de influencia, conformada por comunas que tienen relaciones laborales con el área central, pues envían a más del 15% de sus trabajadores al núcleo. Así, con esa definición se logra establecer que el Gran Santiago no está conformado por las actuales 34 comunas, sino que lo componen 39. Se suman, de esa forma, zonas hoy consideradas rurales, como Peñaflor o Talagante, y nuevas áreas de influencia, como Curacaví, El Monte, Isla de Maipo, Colina, Lampa, Paine, Pirque, San José de Maipo y Tiltil.
“Con esta mirada hay que replantearse qué se entiende por Gran Santiago. Por ejemplo, con el sistema de transportes hay una gran desigualdad en el precio que pagan quienes usan Transantiago y los que trabajan y viajan a Santiago todos los días y viven en Lampa o Colina, que no se considera parte de la ciudad, cuando esas comunas generan más del 15% de los viajes laborales a Santiago. También hay una diferencia en la dotación de áreas verdes y sistemas de salud”, añade Luis Fuentes.
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