Domingo 21 de Septiembre de 2014
A inicios de los noventa, el satélite del programa de defensa meteorológica de Estados Unidos (DMSP-OLS) comenzó a medir la cobertura nubosa mundial. Para ello, el dispositivo se dedicó a captar, entre otros registros, imágenes nocturnas de la Tierra para identificar dónde estaban los principales núcleos de población y cuánta superficie iluminaban.
Por su gran interés, estos fueron recogidos por grupos de especialistas del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC. A través de un proyecto Fondecyt, los urbanistas Carlos de Mattos, Luis Fuentes, Mario Pezoa y Felipe Valenzuela comenzaron a estudiar cómo había cambiado el Gran Santiago a través de los años. Al analizarlo, se encontraron con un antecedente relevante: no solo la capital había extendido de forma considerable su superficie iluminada, sino todas las ciudades de la llamada “macrozona” central, como el Gran Valparaíso, San Antonio, Quillota, Los Andes, San Felipe, Melipilla y Rancagua.
“Las islas pasaron a ser un archipiélago concentrado en un gran centro luminoso que es Santiago y sus alrededores”, explica Luis Fuentes, subdirector de Estudios Urbanos de la UC.
El cambio que detalla el académico se aprecia en las formas de las “manchas” urbanas iluminadas: si hace 20 años, Valparaíso lucía más claramente su tradicional silueta de bahía. Santiago era más bien un círculo deforme y Rancagua un pequeño punto, de un tamaño similar a San Antonio o Los Andes. Hoy lucen muy diferentes: con la creación de Curauma, Valparaíso luce una extensión evidente hacia el interior; Santiago genera dos “dispersiones” hacia el norte y el sur, y Rancagua ya no se ve como un pequeño punto iluminado, sino como una comuna casi plegada a la capital.
Conurbación
En cifras: hace 20 años, el Gran Santiago medía 91.026 hectáreas iluminadas. Luego, hacia 2002, esa superficie se disparó a 120.233 y en 2012 alcanzó los 167.871. El mismo aumento cercano a un 100% tuvo el resto de los centros urbanos. Otros como Melipilla crecieron casi cuatro veces y pasaron de 1.444 hectáreas a 4.089.
Fuentes explica que este análisis permite comprobar los datos de crecimiento que muestran los censos y los análisis de estas ciudades. “Esto no es exactamente la superficie urbana de cada ciudad, porque también añade parcelas de agrado y otros sectores que no se reconocen dentro del área urbana, lo que lo hace más interesante, porque comprueba cómo ha crecido la ciudad”, detalla.
Entre los cambios más relevantes que confiere el análisis de luces, Fuentes destaca el “auge” que han vivido los que antes eran pequeños poblados y hoy asoman iluminados como ciudades. “Aparecen áreas cercanas a San Felipe y Los Andes, que se anexan a zonas colindantes como Santa María o Calle Larga. Hacia el norte de Santiago se revela el surgimiento de Chicureo, el crecimiento de Quilicura y Lampa, y hacia el sur, Buin y Paine. También es interesante cómo se ha extendido San Antonio, con el puerto y su unión con comunas del norte como El Quisco, El Tabo y Algarrobo”, añade.
Estos crecimientos son tributarios del desarrollo inmobiliario de la zona periférica del Gran Santiago y de segunda vivienda en el Gran Valparaíso, y el impulso de comunas de los interiores de ambas regiones, que, en promedio, aumentaron su población en 70% respecto de 1992.
Macrozona central”Sanraval” fue el nombre con que bautizó el ex Presidente Lagos la unión de Santiago, Rancagua y Valparaíso que, según indicó, se generaría en los próximos años. En el “Barómetro de las ciudades” de “El Mercurio”, los alcaldes de Valparaíso y Rancagua promueven la idea y dicen que sería beneficiosa para todas las zonas.
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