Renuncia de gobernadores | Opinión | La Tercera Edición Impresa.

LOS CUATRO gobernadores provinciales cuestionados presentaron finalmente la renuncia a sus cargos, luego de que sufrieran críticas por presentar antecedentes que debieron haber sido considerados a la hora de ponderar su designación. Sus dimisiones se suman a las que ya realizaron, antes de asumir, cuatro subsecretarios.

La manera en que se dieron a conocer las renuncias -confirmadas a la medianoche del martes por el vocero de Gobierno, luego de que el senador PPD Guido Girardi señalara que La Moneda había pedido a la gobernadora de Chiloé que dejara el cargo- da cuenta de la controversia que parece haber provocado en el oficialismo la situación de los jefes provinciales. Aunque existieron voces influyentes en el Ejecutivo y en los partidos oficialistas que preferían mantener en sus puestos a los gobernadores cuestionados para evitar un nuevo bochorno en un proceso de instalación que ha sido criticado por la falta de prolijidad en la selección de algunos nominados, la evidencia de acusaciones graves contra las autoridades cuestionadas hacía impresentable mantenerlas en sus posiciones.

La designación de funcionarios que cumplirán labores sensibles de alta responsabilidad es un proceso complejo que debe tomar en cuenta los antecedentes de los candidatos, lo cual obliga a llevar adelante una tarea de investigación acuciosa. A la luz de los problemas que se han hecho públicos en los casos de algunos subsecretarios y gobernadores, resulta obvio que ese proceso de chequeo ha sido deficiente, lo cual ha terminado por generar una controversia que pudo haber sido evitada si se hubieran tomado las mínimas precauciones que la prudencia recomienda para este tipo de nominaciones. Un primer paso para evitar que se repita este tipo de impasse es realizar una autocrítica sobre la manera en que se obró.