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La Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE) se encuentra celebrando hoy 130 años de vida, convirtiéndose en la empresa pública con más historia de Chile.
Así, durante más de un siglo se han escrito distintos capítulos del rol que han tenido los ferrocarriles. Ha vivido el ciclo común de la industria, con décadas de alto dinamismo, seguidos de ajustes severos en su nivel de actividad, con la irrupción competitiva de otros modos de transporte. Tampoco su historia ha estado exenta de errores de estrategia, administración e implementación de equivocados planes de inversión.
Cabe preguntarse, entonces, en qué momento está hoy Ferrocarriles.
Sabido es que el crecimiento de las ciudades, la concentración de población en centros urbanos y el explosivo aumento del parque automotor, entre otros factores, han generado niveles de congestión que se hacen cada vez más sostenidos, generalizados y persistentes.
Si a eso sumamos que el 97% de la carga en la zona centro sur del país se mueve por medio de camiones que transitan por esas mismas calles y autopistas, el panorama es bastante más crítico.
Sin embargo, son estas circunstancias las que han hecho que hoy exista una necesidad y una oportunidad para ferrocarriles. Es en este escenario en que las ventajas competitivas del tren cobran mayor fuerza: mayor seguridad, menores tiempos de traslado, confiabilidad en los horarios, mayor comodidad, contribuye a la descongestión, descontaminación y cuidado del medio ambiente. Todos estos factores permiten dar viabilidad económica y rentabilidad social a sus proyectos.
Bajo esta administración hemos trabajado para generar los consensos necesarios que hoy nos permiten ofrecer al país una estrategia de desarrollo ferroviario ambiciosa, pero realista y de largo plazo, para hacer de ferrocarriles un modo de transporte sostenible, integrado a las políticas públicas de transporte, con planes de desarrollo de largo alcance y no dependiente de las decisiones del gobierno de turno.
Durante los últimos tres años se ha reducido el Ebitda negativo en un 50%, a través de un aumento sostenido de sus ingresos por crecimiento en el número de pasajeros y una eficiente contención de costos.
La conocida y sobredimensionada deuda que soporta EFE no es más que la contrapartida para cubrir déficits operacionales históricos y cuantiosos planes de inversión. Este nivel de deuda se pudo contraer gracias a la garantía explícita del Estado y deberá seguir siendo servida con el presupuesto de la nación. Pese a todo, durante los tres últimos años hemos refinanciado los pasivos, con reducción sustancial de los intereses y aumentos de plazos de amortización, alivianando así la carga financiera futura.
En lo principal, hemos definido un plan de negocios de mediano plazo, con foco en trenes de cercanía y transporte de carga. Esperamos triplicar la cantidad de pasajeros transportados a 2020, pasando de 30 a 100 millones de usuarios y duplicar el volumen de carga superando los 22 millones de toneladas al final de la década.
Para ello, están en marcha proyectos como los nuevos servicios a Nos, Rancagua, Malloco, extensión de Biotrén a Coronel y aumento de frecuencias en Valparaíso. Hay otros en estudio como el tren a Batuco, un nuevo acceso por el norte a Concepción y el proyecto de circunvalación poniente de Santiago, que permita el paso de cargas entre norte y sur.
En efecto, el tren constituye la alternativa más segura para movilizar carga, especialmente cuando se trata de sustancias y productos peligrosos, y posee la capacidad competitiva de mover grandes volúmenes conectando con eficiencia centros de producción, consumo y los puertos del país.
En ese contexto, se creó un comité integrado por el Ministerio de Transportes, EFE y las empresas porteadoras de carga, para detectar en conjunto, oportunidades de crecimiento en esta área, así como las decisiones de inversión para lograrlo, incluyendo la venta de activos inmobiliarios fuera de operación, para adquirir terrenos en zonas estratégicas para centros de transferencia intermodal.
En forma paralela, hemos trabajado en una nueva institucionalidad y una reestructuración de la compañía, que sustenten los planes de desarrollo futuros. Esto nos debe llevar a que en el futuro los equilibrios financieros nunca se pierdan y que la claridad y calidad de la información permitan un severo escrutinio público. Podríamos decir, entonces, que este capítulo de ferrocarriles corresponde a un resurgimiento, que da paso a una nueva etapa de crecimiento que esperamos se sostenga en el tiempo y para el cual hemos sentado bases sólidas, bajo el firme convencimiento de que para avanzar hacia el desarrollo, el país requiere un sistema ferroviario sostenible, eficiente y con visión de Estado.
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