Fuente: El Mercurio.com – El periódico líder de noticias en Chile

El nuevo presidente de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE), Germán Correa, ha dado a conocer su impresión de la compleja realidad que vive la empresa.

En un crudo diagnóstico, Correa explicó las prioridades de su gestión y enfatizó -acertadamente- que una de las áreas que la empresa debe potenciar es la carga. En algunos segmentos de carga, los trenes tienen ventajas evidentes y, sin embargo, en Chile la participación de mercado del transporte en ferrocarril llega apenas al 10%, y ha permanecido inalterada durante los últimos 10 años.

El énfasis en la carga debiera ir de la mano de una urgente modernización de la gestión de la empresa. Si bien Correa valoró el plan recibido por el gobierno anterior, el nivel de deuda histórica es muy alto (US$ 1.800 millones). EFE actualmente cuenta con 1.300 trabajadores, cerca de 100 trenes y una red de 2.200 kilómetros. Transporta 25,3 millones de pasajeros al año.

El transporte de pasajeros en Chile, al igual que en la generalidad de los países, es deficitario. No obstante, muchas economías lo subsidian por las ventajas y externalidades que ofrece de acuerdo con sus realidades. Ese no parece ser el caso de Chile, dados su conformación geográfica y el alto desarrollo del transporte aéreo y terrestre que exhibe. Desplazarse entonces de esa actividad también parece una decisión acertada.

Pero distinta es la situación de los trenes suburbanos, los cuales tienen un papel muy necesario e insustituible, dada la alta congestión que exhiben las grandes ciudades. En estos casos, tal como ocurre con el metro, la rentabilidad social valida plenamente este servicio ferroviario.

En este sentido, la ralentización de los proyectos de tren de Santiago a Melipilla y de Santiago a Batuco, anunciada por Correa, debiera reevaluarse y dársele prioridad, en la medida que el costo sea capaz de sobrepasar el umbral de rentabilidad social para recibir subsidios.

Los trenes suburbanos ayudan al desarrollo armónico de las ciudades, con servicios de corta distancia y elevadas frecuencias. En este caso, se facilitaría el acceso a Santiago de casi 150.000 personas que viajan diariamente a la capital desde Melipilla y Batuco. También mejoran la calidad de vida de las personas, que pueden disminuir significativamente sus tiempos de transporte. Al mismo tiempo, al reducir la congestión que provoca el transporte en buses y de particulares, generan externalidades positivas sobre las ciudades, que justifican un decidido apoyo del Estado.