Fuente: Integración inversa: el otro fenómeno al interior de las urbes – Pulso
El proyecto impulsado por el municipio de Las Condes y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) en la Rotonda Atenas, para muchos es una forma de establecer equidad territorial, pero no la única. Existen otros modos de afrontar la integración, uno de ellos es la inversa. Huechuraba, Peñalolén, Puente Alto y La Florida, además de Quilicura y Colina, son algunas de las comunas de la Región Metropolitana donde se manifiesta este fenómeno.
La integración inversa consiste en que sectores acomodados o de clase media/alta se muevan hacia comunas populares. “Se trata de un fenómeno que se está manifestando en todo Santiago. Por ejemplo, hoy se puede ver que cada comuna tiene su propio barrio alto y eso es muy positivo, aunque no se produzca mixtura en el mismo lugar, porque están separados”, explica Iván Poduje, arquitecto urbanista de la Universidad Católica de Valparaíso.
El Carmen de Huechuraba, Peñalolén Alto y Las Pircas (Peñalolén), La Florida y Puente Alto al oriente (considerando el sector de la Hacienda El Peñón), Ciudad de Los Valles en Pudahuel, Chicureo y la parte norte de Colina, son los sectores más destacados en materia de integración inversa. “Para las comunas de bajos ingresos, es bueno que lleguen hogares de clase media/alta. Eso hace que la ciudad sea más integrada”, comenta Poduje.
El sector de El Llano Subercaseaux en San Miguel es otro lugar que se destaca en materia de integración inversa. “Históricamente ha sido reconocido como el barrio alto de la zona sur del Gran Santiago. Posee casas residenciales de buen nivel, de mediados del siglo pasado. El proceso de renovación urbana, con la aparición de edificación en altura, ha permitido la llegada de un recambio generacional que ha venido a aprovechar el equipamiento, servicios públicos y conectividad de esa comuna”, dice Pablo Fuentes, presidente del Comité de Desarrollo Urbano del Colegio de Arquitectos y académico de la Universidad San Sebastián (USS).
De esta manera nace El Llano Oriente, un lugar que atrajo a otro tipo de residentes. “Es una de las zonas que más proyectos inmobiliarios tiene en la comuna de San Miguel y es un reflejo de la integración inversa”, manifiesta Fuentes.
Además de este, existen otros sectores donde se puede manifestar este fenómeno de cara al futuro. Con la inauguración de la nueva Línea 3, la comuna de Independencia podría ser testigo de un nuevo proceso de integración inversa. El eje de transportes podría facilitar la llegada de grupos más acomodados. Otro caso es Macul. Se trata de una comuna que se ha transformado en una alternativa un poco más económica que Ñuñoa. Esto, debido a la existencia y desarrollo de equipamiento educacional superior, entre otros.
Estos sectores se suman al Barrio Franklin en Santiago e Italia en Providencia, los que ya están desarrollando inversiones en materia de infraestructura y servicios. De esta manera, estos lugares están dando paso a un proceso de regeneración urbana. Esta se refiere a la nueva vida de los territorios, producto de la llegada de actividades y usos distintos a los que tradicionalmente existían.
El proceso
La integración inversa marca una diferencia con el concepto de “gentrificación”, pues este último termina desplazando a los residentes originales de un territorio. La clave está en que este fenómeno busca rescatar los valores y atractivos del lugar, mezclándose directa o indirectamente con los habitantes originales.
Por ejemplo, en un barrio como Italia u otros de este tipo “los primeros en llegar son los artistas o personas que buscan un determinado estilo de vida, más tarde siguen las elites, para luego dar paso a los profesionales y gente de clase media, quienes terminan pagando un mayor precio”, explica Fuentes.
¿Realmente es integración?
Si bien la integración inversa es un fenómeno que podría reflejar un proceso que avanza hacia un mayor desarrollo del concepto de equidad territorial, con un mejor acceso a servicios y equipamiento urbano, existen quienes sostienen que se debe dar de una forma mucho menos limitada.
“La integración es proximidad entre grupos socioeconómicos diversos. Es algo que depende de la escala en la que uno lo mide. A nivel de barrio, si hay un sector de condominios cerrados que está cerca de viviendas sociales, se cumple este requisito más que si estuvieran en otro sector. Pero no es lo único importante, también se debe considerar el acceso a oportunidades dentro del territorio, a relaciones interclases, identificaciones simbólicas y otras cosas que tienen que ver con más que simplemente mezclar a la gente”, asegura Javier Ruiz Tagle, académico del Instituto de Estudios Urbanos UC.
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