En el evento los expertos afirmaron que un punto muy importante en el desarrollo inmobiliario del país a futuro, es adoptar el mercado de rentas. En los mercados más desarrollados, cerca del 50% corresponde a renta, mientras que en Chile aún es un 20%.
Este modelo, surge en la medida que se encarecen los activos inmobiliarios, y donde hay más restricciones al crédito.
El precio de las viviendas en Chile en los últimos siete años ha subido entre 50% y 100% en moneda real. Por otra parte, los bancos -en consecuencia de las crisis financieras del mundo desarrollado-, han tomado medidas de mayor precaución y pasaron de financiar el 90% de la compra de la propiedad, a un 80%. En este contexto, los consumidores se enfrentan a una vivienda notablemente más cara y con menos financiamiento.
Por otro lado, cuenta que para desarrollar proyectos de este tipo, se debe tener una mirada a largo plazo. “Se pasa a ser propietario, durante 20 o 30 años, entonces se tiene que pensar que el inmueble tenga una vida útil sustentable, durante largo tiempo, la visión inmobiliaria cambia en terminaciones y operatividad”.
Para Rappaport, también hay un tema generacional. “La casa propia dejó de ser un deseo aspiracional, lo que sin duda es un cambio para nuestro negocio. La gente no vive 5 o 10 años en la misma vivienda”.
Armas, da cuenta de otro punto que traerá cambios en el mercado inmobiliario, “Chile está ad portas de implementar el reglamento de una ley, donde los fondos de pensiones van a poder destinar del orden de un 7% de su cartera en la tercera calidad de activos”.
Según el director de Armas Inversiones Financieras, hoy las AFP invierten en renta variable y renta fija. Y esto va a cambiar -como ocurre en el resto del mundo-donde ocurren tres tipos de inversiones, ahora se incluirá Real State, que significará que se inyectarán del orden de US$10 mil millones a US$14 mil millones. “Si solo un 5% de esa plata entrara al desarrollo inmobiliario se inyectarían US$700 millones, es decir el doble de lo que hoy hay de fondos de inversión. Eso puede producir una revolución que ya está ocurriendo en otros países, como en Colombia”, cuenta.
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