Fuente: Protección de los Humedales – Diario La Segunda
En Chile existen más de 30 mil humedales, que se extienden por más de 1,2 millones de hectáreas. Estos ecosistemas -áreas saturadas de agua de manera permanente o estacional- son importantes para la biodiversidad, especialmente para la reproducción y migración de numerosas especies de aves. Pero también cumplen un rol decisivo en la mantención del equilibrio ambiental. Aquéllos ubicados en la precordillera, por ejemplo, son fundamentales como reservas de agua dulce, ayudando a rellenar los acuíferos subterráneos. En ambientes marino-costeros, en tanto, son importantes en el control de sequías e inundaciones.
Trece de estos espacios están reconocidos como de Importancia Internacional o Sitios Ramsar, por el tratado firmado en la ciudad iraní de ese nombre, en 1971, que busca identificar y proteger estos ecosistemas ante su creciente degradación. Nueve de ellos, además, son parte del sistema de áreas protegidas que administra la Conaf. Para el resto, sin embargo, prácticamente no existen herramientas legales o administrativas que los protejan de sus principales amenazas: la extracción de los acuíferos subterráneos o la desviación de los cursos de agua que los alimentan; la extracción de turba o áridos; la contaminación, y su drenaje y relleno, con fines agrícolas, ganaderos o inmobiliarios.
Existen, afortunadamente, instancias privadas que se han volcado a la protección de estos ecosistemas. Sólo en la zona central destacan iniciativas como el Parque Andino Juncal, propiedad de la familia Kenrick Lyon, en Los Andes; el trabajo de conservación de la Fundación Kennedy en los humedales costeros de Algarrobo; las iniciativas de las fundaciones Cosmos y Mar Adentro para proteger el estuario del río Maipo, o la adquisición de 300 hectáreas del Humedal de Batuco que hizo, con fines de protección, la Fundación San Carlos de Maipo.
Distintos modelos de cambio climático han pronosticado que, en los próximos años, la zona central de Chile se transformará aceleradamente en un territorio más cálido y menos lluvioso, y muchos paisajes se modificarán por la escasez de agua y el avance de las zonas áridas. La disponibilidad de agua dulce será lo que defina la viabilidad de la agricultura, de numerosas actividades productivas e industriales, incluso, de los asentamientos humanos.
En este contexto, la conservación de los humedales -así como de ríos, glaciares y otras fuentes de agua- es un desafío estratégico para el país, más allá incluso de su valor para la vida silvestre. La creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Silvestres Protegidas, bajo el alero del Ministerio de Medio Ambiente, puede ayudar a darle a este problema la prioridad que merece, lo mismo que las discusiones legislativas sobre uso y tratamiento de las aguas. Pero sin el aporte de la empresa privada, de la sociedad civil y de la ciudadanía, será imposible lograr avances significativos.
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