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Manuel Valencia
Si 2007 fue un año fundacional para el transporte público metropolitano, con la partida del Transantiago, el Gobierno define 2018 como el año en que comenzará lo que podría llamarse un “Transantiago 2.0”.
En esa fecha caducan los contratos de cinco de los siete operadores del sistema, lo que genera una oportunidad para redefinir varios de los aspectos fundamentales de la operación, como cobertura, malla de recorridos, renovación de buses y operación de servicios complementarios como el Administrador Financiero del Transantiago y el sistema tecnológico.
Ayer, los ministros del Directorio del Transporte Público Metropolitano (Transportes, Vivienda y Urbanismo y Obras Públicas, además de la Intendencia, Metro y EFE) lanzaron la secretaría técnica que dará forma al nuevo sistema, además de un consejo consultivo donde participarán un representante del Consejo Regional, las uniones comunales de vecinos, del Consejo de Organizaciones de la Sociedad Civil, de la Asociación Chilena de Municipalidades y un miembro de la Sociedad Chilena de Ingeniería en Transporte (Sochitran).
La secretaría técnica será dirigida por el ingeniero civil industrial especializado en transporte y actual jefe de la División de Planificación y Desarrollo del Ministerio de Transportes, Carlos Melo.
Entre los cambios que podría incorporar el sistema está su cobertura. La secretaría, así, estudiará extenderla a comunas que ya son parte del Gran Santiago y que hoy no son servidas por el Transantiago, como Lampa, Colina o Padre Hurtado.
El ministro de Transportes, Andrés Gómez-Lobo, dice que la secretaría evaluará “la cobertura geográfica del sistema de transporte público de Santiago, en el sentido de explorar cuál va a ser su ámbito geográfico, si se va a extender o no, o cómo se va a extender, si puede haber alguna integración tarifaria hacia comunas que están fuera de la provincia de Santiago, o integración con servicios”.
La redefinición también abrirá una puerta a la renovación de la flota de buses, con tipologías precisas para los requerimientos de Santiago. Gran parte de las 6.500 máquinas datan de los inicios del Transantiago y muchas, como las articuladas, están cerca de cumplir su vida útil de un millón de kilómetros.
En la nueva estructura del sistema se buscará que participen más operadores extranjeros (hay brasileños que han mostrado interés) y que conformen empresas menores a las actuales, de hasta 900 buses, lo que ampliaría la cantidad de operadores.
Para el director ejecutivo de la Asociación de Concesionarios del Transporte Urbano de Superficie (ACTUS), Víctor Barrueto, la relicitación abre una oportunidad para el sistema. “Habíamos manifestado al Ministerio de Transportes nuestra preocupación. Se estaban acercando los tiempos para enfrentar la definición de la nueva licitación como el hecho que había que aprender del pasado”, plantea.
Añade que no existe preocupación entre los operadores por la incorporación de las dos nuevas líneas de metro y de trenes, y su efecto en el mercado de los buses. “La solución al transporte es intermodal; con ellos, la bicicleta y peatón. En cualquier solución los buses tienen gran espacio. Aunque el metro cubriera 300 kilómetros, los buses cubren hoy 2.700 kilómetros de vías y eso es imposible reemplazarlo con puro metro. Eso va con la combinación adecuada”, afirma.
Road show
Transportes promocionará el nuevo sistema en el extranjero para captar nuevos operadores. Sistema podría debutar con nuevo plástico de pago
Con la caducación del contrato del medio de pago en 2019, el Transantiago también alista el cambio de la tarjeta bip, que nació en 2007 con el sistema “Mifare”, una tecnología que según el ex coordinador de Transantiago Raimundo Cruzat ya en esa época había quedado obsoleta.
“Se va a repensar la tarjeta bip. Probablemente migrar hacia una tarjeta con mayores prestaciones, particularmente en seguridad”, afirmó el ministro Gómez-Lobo.
En ese sentido, el director de transporte público metropolitano, Guillermo Muñoz, dijo que se han mirado experiencias de recambio como la que vivió recientemente Barcelona, que cambió sus tarjetas de pago: “Ellos armaron el proyecto, hicieron un análisis de las tecnologías y las fases de implementación, que nos va a dar muchas luces y a partir de esa experiencia poder saber cuál va a ser el cronograma que vamos a tener con estas tarjetas (…). Tecnológicamente son más seguras, tienen más capacidad de prestación, permiten mayor interrelación con otros sistemas, tienen mayor inteligencia. Eso no solo va a ser beneficioso para el transporte público, sino también para el resto del sistema”.
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