Fuente: Las Últimas Noticias

Anoche a las nueve en punto comenzó el “Cacerolazo contra la delincuencia” en Santiago. Según el movimiento “Queremos vivir en paz”, la convocatoria en Chicureo, Vitacura, Providencia, Lo Barnechea, La Reina y Las Condes superó las 10 mil personas. Alejandra Picó, vocera del grupo dijo que, “estamos satisfechos. Esto es como una bola de nieve que irá creciendo, y con los días la gente se animará a salir a la calle”.

Rosa Leyva: Nómade a la fuerza

“Ya parezco gitana de tanto que arranco de los delincuentes”, reclama Rosa Leyva, quien cuenta que “Primero viví en La Dehesa, hasta que me entraron a robar. Después me cambié a Vitacura, donde se metieron tres veces a mi casa. Después de eso colapsé y por eso decidí venirme bien lejos, a Chicureo, donde aún no me pasa nada, pero aún no canto victoria, porque llevo menos de tres años”, se desahoga mientras le da duro con un cucharón a una pequeña olla. “Lo peor de todo, es que en cualquier comuna uno llama a Carabineros y llegan a las tres horas, cuando llegan. ¿Así quién se va a sentir seguro?”.

James Hamilton: “El robo se ha vuelto generalizado”

Mientras en el sector alto de la capital los cacerolazos retumbaban entre los edificios, los vecinos de Chicureo tampoco quisieron quedarse atrás. Por casi una hora más de 500 personas protestaron a cacerolazo limpio en la rotonda Piedra Roja, donde coparon varias cuadras con sus autos. Ahí estaba James Hamilton junto a su mujer, Valerie Elgueta, quienes reclamaban por el “miedo” con que viven los vecinos del sector. “Hemos llegado al punto en que el robo se ha vuelto generalizado, y no sólo en la comuna de Colina, sino que en todo el país. Por eso estoy acá, porque me preocupa la seguridad de mis suegros y de toda mi familia que vive acá”.

En Lo Curro sonó hasta un claxon

En la Rotonda Lo Curro, Vitacura, vecinos se organizaron para manifestarse juntos en el estacionamiento de un supermercado. Hasta las 20:59 ni rastros de cacerolas. Pero un minuto después, camuflados en sus autos, comenzaron la bulla. Cerca de 30 vehículos giraron en círculo con ollas y bocinas durante cuarenta minutos. Isabel del Río optó por desempolvar un viejo claxon: “Todo sirve para hacer ruido”, dijo, y agregó: “Dos veces me han asaltado en mi casa. Después la vendí y me vine aquí a un edificio, porque pienso que es más seguro”.