Santiago está cada vez más poblado de ciclistas. Sin duda, esto constituye una de las mejores soluciones para mejorar la calidad de vida en una ciudad congestionada por vehículos que diariamente colapsan las calles y contaminan el aire que respiramos. Si bien hay avances en esta materia, incentivar el uso respetuoso de la bicicleta debe ser un trabajo mancomunado entre autoridades y privados, de modo que otorgue seguridad a los ciclistas y al mismo tiempo cree conciencia en quienes usan el automóvil.
Un estudio realizado por la Asociación de Defensa del Consumidor, ADC Bicicleta y Bicicultura, demuestra que “más de la mitad de los conductores de bicicleta en Chile han tenido al menos un accidente, mayoritariamente con autos”. Un dato que se explica por lo saturada que está la capital de transporte motorizado, las altas velocidades permitidas y la falta de educación vial que afecta a la sociedad en general.
A los aportes de bicicultura que está haciendo, por ejemplo, el sector inmobiliario, al incorporar más estacionamientos e incluso ciclovías interiores y bicicletas de libre uso para propietarios; o las organizaciones ciudadanas que trabajan por una nueva cultura del uso de la bicicleta; se debieran sumar políticas públicas que permitan seguir el camino de países avanzados. Una medida positiva sería bajar la velocidad permitida en ciertos sectores, como sucede en Europa, con especial cuidado en las intersecciones, donde se produce la mayoría de los accidentes. U otorgar un seguro específico que cubra los daños derivados de un accidente, dada la vulnerabilidad del ciclista a la hora de un accidente, pues es quien se lleva la peor parte. No obstante, esto debe partir de una primicia básica, y es que la calidad de vida se transforme en una prioridad país.
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