Ya habían catastrado todos los objetos de valor al interior de los inmuebles del Arzobispado de Santiago situados en la zona centro. Era el turno de hacer lo mismo en el área norte; una extensa zona que comprende las comunas de Independencia, Recoleta, Conchalí, Renca, Lampa, Colina y Til Til. “Es un sector con una importante porción rural, donde hay una red de 30 parroquias y más de cien capillas; cifra que responde al alto número de personas -todas muy dispersas- que es necesario atender”, explica Fernando Guzmán, historiador del Arte, y director del Centro de Estudios del Patrimonio, dependiente de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, entidad a la que el Arzobispado de Santiago encomendó la tarea.
Fernando Guzmán encabeza el equipo de profesionales formado por Claudio Díaz, Marcial Sánchez, María José Castillo, Katherine Vyhmeister y Constanza López; un grupo de profesionales que individualiza los objetos mediante una fotografía y una ficha en la que consigna el tipo de pieza, su autor, fecha de creación, materialidad, medidas, lugar de origen y estado de conservación; una labor que en la zona Norte tardaron en ejecutar alrededor de siete meses.
-Se incluyó el Cementerio Católico, y en él se registraron diversos objetos que pertenecen a particulares. Eso se hizo considerando que la tuición de ese patrimonio es del Arzobispado. También se registraron los objetos del Santuario María Santísima, que está a cargo de la Fundación Las Rosas, y aun cuando esos bienes no pertenecen al Arzobispado, constituyen un valioso conjunto patrimonial que creímos necesario resguardar -sostiene Guzmán.
Ese completo catastro ya fue entregado a los párrocos de la zona Norte. “Fue una instancia para conversar con ellos y recibir sus inquietudes”, dice Catalina Chaigneau, secretaria ejecutiva de la Fundación Patrimonio Cultural del Arzobispado, entidad que se creó a mediados del 2012 con el propósito de “proteger, conservar y visibilizar el patrimonio de la Iglesia”, explica, y agrega: “A futuro se podrá estudiar en detalle cada pieza, pero el encargo de este catastro es un muy buen primer paso del Arzobispado para establecer prioridades, tomar decisiones y finalmente, proteger el patrimonio religioso, que más allá de lo material, tiene una función pastoral; un contenido simbólico”.
Cuenta Guzmán que en el área norte encontraron diversos ejemplos de las buenas fundiciones que había en Chile a fines del siglo XIX y comienzos del XX, y un significativo conjunto de artistas chilenos como Francisco Javier Mandiola, Manuel Tapia, Pedro Carmona, Virginio Arias, Manuel Venegas y José Carocca Laflor. “De este se encontró una escultura en bronce perteneciente a la antigua parroquia de Colina, y gracias a la iniciativa del párroco esta está siendo restaurada por Catalina Aravena, quien también recuperó un Cristo quiteño y una pintura ejecutada en Dresden en 1870”, dice Claudio Díaz, miembro del equipo.
-Conociendo lo que hay en cada parroquia y capilla es posible adoptar ciertas medidas elementales de conservación, como las que se refieren a temperatura, iluminación, humedad, manipulación; medidas sencillas que sin hacer grandes inversiones permitan conservar mejor las piezas -señala Guzmán.
-Pero la Fundación no pretende sacar las piezas de sus lugares de origen para protegerlas en otra parte. Ese no es el sentido del patrimonio. Hay que invertir en educar a la gente en el respeto y en la preocupación por estos objetos, porque tienen valor para las personas. Su conservación no es solo tarea de la Iglesia o de una fundación, sino de toda la comunidad -indica Catalina Chaigneau.
“SI UNA PIEZA PERTENECE A ALGÚN PARTICULAR Y ES MUY VALIOSA, SE REGISTRA Y SE CONSIGNA EL NOMBRE DEL PROPIETARIO”, INDICA GUZMÁN.
“ES CIERTO QUE NOS FALTA ESTABLECER CATEGORÍAS PATRIMONIALES, PORQUE ESO TAMBIÉN AYUDARÍA A PRIORIZAR ESFUERZOS”, DICE GUZMÁN.
Andrea Zúñiga S..
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