Vía Revista Viernes diario La Segunda
Cuatro vacas comen pasto. Se mueven lento, rumian y, de vez en cuando, levantan la cabeza. No se inmutan ante cambios de luces ni bocinazos. Su tranquilidad no se condice con el entorno que las rodea. Son las 19:30 de un día lunes y ahí están, en medio de la rotonda de Chamisero, uno de los nuevos polos de desarrollo de Chicureo. Los autos que pasan por ahí a esa hora -modelos 4X4, por lo general— disminuyen abruptamente la velocidad, mientras advierten por Twitter al vecindario del peligro animal. un pequeño resabio del pasado completamente rural de este nuevo epicentro urbano.
En menos de 20 años, Chicureo pasó de tener terrenos eminentemente agrícolas a convertirse en uno de los principales polos habitacionales del norte de Santiago. La idea de vivir en una zona rural, pero cerca de la ciudad, llevó a unas 30 mil personas a mudarse a este lugar. Acceder a casas espaciosas en terrenos amplios, a precios más baratos que en el sector oriente de la capital, cautivó a un segmento de chilenos de ingresos altos que buscaba un entorno que les permitiera mejorar su calidad de vida.
Chicureo ha crecido sin cesar durante la última década y de manera proporcional a las necesidades de sus habitantes. Su desarrollo lo ha convertido en un espejismo dentro de la sequedad de Colina, donde conviven dos cárceles y cientos de viviendas sociales, pero que también incluye dos lagunas arti?ciales y casas que pueden llegar a costar hasta 20 mil UF.
Pero este crecimiento aún no termina. Actualmente hay 2.000 hectáreas disponibles de suelo, una dimensión similar a la comuna de Vitacura, incluyendo loteos en desarrollo y terrenos sin proyecto. Se estima que su población puede duplicarse en la próxima década y que, de aquí a cinco años, se podrían construir cerca de 1.200 viviendas anuales. ‘Transitando entre las necesidades de la ruralidad y las exigencias de quienes huyeron de la urbe para echar raíces en este lugar, Chicureo cambia de piel a paso agigantado y a contrarreloj.
¿CIUDAD SATÉLITE?
A principios de los 90, Chicureo era el sector sur de la comuna de Colina, de perfil campestre y con terrenos loteados para construcciones independientes. El cambio al Plan Regulador Metropolitano de Santiago, del año 97, fue clave en la transformación de este sector. Se cambió el uso de suelo de rural a urbano bajo la figura de las Zonas de Desarrollo Urbano Condicionado (Zoduc), que corresponden a islas de terreno con mayores exigencias, como. por ejemplo, la destinación de hectáreas a reservas ecológicas, parcelas y proyectos urbanos de manera equilibrada.
Uno de los ejemplos más elocuentes de lo que es una de estas zonas es el sector de Piedra Roja. Ubicado en el corazón de Chicureo, este desarrollo inmobiliario marcó la diferencia entre las casas que se construían de manera independiente en el poniente, para iniciar un concepto de barrio que se propagó como sello de este sector, y que además de casa, incluye campo ecuestre, laguna artificial y club náutico.
“En la actualidad, Piedra Roja cuenta con 2.000 viviendas construidas y proyecta un desarrollo compatible de viviendas que deben albergar un potencial de 12.500 familias. junto a servicios, comercio, áreas educativas, de salud y esparcimiento”, dice Silvia Torres, gerenta de Asuntos Corporativos de Piedra Roja.
Pero la exclusividad se paga caro. El 95% de las viviendas nuevas de Piedra Roja son de alto precio, esto va desde 7 mil a 20 mil UF. Así y todo, según Torres, se vende un promedio de 350 casas al año, “el doble que hace 5 años atrás”.
La Dirección de Obras del municipio de Colina lleva el pulso de este crecimiento. Contabiliza 2.249 viviendas con permiso de construcción en Piedra Roja y 1.804 con permiso en Chamisero. Según este mismo organismo, las inmobiliarias han realizado estudios de impactos urbanos que proyectan la posible construcción de 12.473 viviendas más en Piedra Roja y 9.773 viviendas más en Chamisero. Sumando todo esto, el cómputo llega a 26.299 potenciales hogares.
“Chicureo es la ciudad dormitorio del sector oriente de Santiago y es además una especie de rebalse de ese lugar. El modelo que tiene Chicureo busca captar las demandas que derivan del resto de las comunas por falta de terrenos o por el aumento en el precio de las viviendas”, explica lván Poduje, arquitecto y socio de la oficina de urbanismo Atisba. Comenta además que según sus estudios, este sector duplicaría su población para alcanzar los 65.904 habitantes en 2024.
La llegada de colegios privados consolidó la permanencia de los hijos de quienes viven en Chicureo, pero para mantener cautivo al público laboral, el otro paso que darán las inmobiliarias es el desarrollo de oficinas y los primeros edificios. “Es muy difícil que Chicureo sea una ciudad totalmente autónoma, pero va a tener cada vez más autonomía por los servicios que van a ir llegando”, dice lván Poduje.
Pero ese Chicureo que en sus inicios fue un lugar bucólico y pastoril, hoy es una miniciudad con un crecimiento veloz, que comienza a declamar los primeros costos del desarrollo urbano. Quienes buscaban lo mejor del campo y lo mejor de la ciudad, ahora conviven con la disonancia de esos dos mundos.
VECINOS, SAPOS Y CUENTEROS
Dos vecinos, Alicia Aravena y Gonzalo Zamorano, no se conocen. Ambos viven hace años en Chicureo y llegaron atraídos por la idea de vivir cerca de la ciudad pero con la tranquilidad de una zona rural. Con distintos énfasis, sienten desilusión con el derrotero que, dicen. ha tomado esta zona. A Gonzalo Zamorano, un grupo de maleantes le vació su casa en Chamisero, en 2009, y a Alicia Aravena le han robado tres veces en los cinco años que lleva viviendo en Piedra Roja. Más allá de la experiencia personal, ambos dicen que prácticamente todos sus coterráneos chicureanos han sufrido algún tipo de robo en este lugar y se quejan de la poca presencia policial en este sector.
Desde la Octava Comisaría de Colina, el mayor Gabriel Reyes no cree que los robos vayan en aumento, porque lo que crece, dice, es la cantidad de personas que vive en este lugar. Lo que sí hace evidente, es que la cantidad de carabineros destinada a este sector no da abasto: los cerca de 270 oficiales deben hacerse cargo de toda la provincia de Chacabuco, es decir, de 203 mil habitantes, según el cuestionado Censo de 2012.
La distancia de más de 20 kilómetros que separa a Chicureo de la comisaría de Colina llevó a los vecinos a movilizarse para exigir una propia unidad policial. Gonzalo Zamorano abrió la página de Facebook “Comisaría para Chicureo”, donde lleva un registro de los robos. Además de sumar más de 1.200 “me gusta”, es una vitrina en la que funan masivamente a quienes encuentran sospechosos y en la que alertan de otros enemigos: los sapos y los cuenteros. Vendedores ambulantes que ingresan a los condominios para analizar los movimientos cotidianos de las familias.
Pero no se quedaron solo ahí. Juntaron firmas, se reunieron con las autoridades de la comuna -políticas y policiales- y lograron que el gobierno anterior anunciara una subcomisaría para Chicureo. “En un comienzo prometieron que estaría lista en agosto de este año, pero el actual gobierno le dio una primera fecha para febrero de 2015”, dice Zamorano. Mientras tanto, Carabineros puso con dedicación exclusiva para el sector un retén móvil en la avenida Chicureo con los Ingleses, “con dos carabineros, 24/7”, dice el mayor Reyes. Están ahí de punto fijo, todos los días, y cualquier problema que alguno de los 30 mil vecinos quiera reportar, debe hacerlo en el mismo carro policial.
Los vecinos han buscado otras formas de protegerse. Por lo mismo han pagado, y caro. Las empresas privadas vieron una oportunidad e instalaron duplas de guardias en cada una de las entradas de los condominios de Chicureo. Chamisero y Piedra Roja. Los protocolos de seguridad son cada vez más estrictos y extensos.
Aún así, los invitados de piedra se las arreglan para entrar. Los ladrones ingresan por los perímetros de los condominios, burlan rejas y cercos eléctricos e, incluso, hacen hoyos en los muros perimetrales. En el condominio Los Ingleses ll, los ladrones reptan por un canal de regadío seco para poder entrar en él. Los menos esforzados —pero no por eso menos inteligentes- se hacen pasar por residentes en la portería. La mimetización es básica: un auto lujoso, que según Carabineros puede haber sido robado en la zona oriente, sirve para que los ladrones sean confundidos con habitantes del sector.
Rodrigo Duran trabaja cerca de 10 horas diarias. Su caseta de vigilancia tiene dos monitores que reciben las imágenes de quince cámaras instaladas en cada una de las calles del condominio Mirador de Chamisero, de 110 casas. Aquí “se pagan más de cuatro millones mensuales por seguridad”, dice. Lleva puesto un polar con el logo de Federal, la empresa de seguridad a la que pertenece.
Hace aproximadamente dos meses, la misma empresa inauguró sus nuevas instalaciones en Piedra Roja. En esta blindada construcción de tres pisos se monitorean las 52 cámaras de vigilancia que la firma tiene en el sector. Además, en conjunto con la Municipalidad de Colina, la empresa instaló cámaras en todos los accesos viales de Chicureo, las que son supervisadas por un funcionario municipal.
“Nos instalamos aquí porque vimos que los clientes necesitaban una empresa más local de seguridad”, dice el gerente general de Federal, Rodrigo Rosello. Actualmente, según él, Federal tiene cerca de 120 supervisores de alarmas en Chamisero y Piedra Roja.
TRÁNSITO LENTO
Si bien Chicureo es una zona que cuenta con carreteras de acceso desde Santiago prácticamente nuevas, todos coinciden en que el problema de los tacos se produce por las conexiones internas que unen al sector poniente de Chicureo, ahí es donde justamente se encuentran algunos locales comerciales, colegios y restaurantes de este sector. La calle Camino Chicureo, columna vertebral de la zona, recibe todos los dardos. Aquí, el taco se adueña del tiempo de los conductores que en las horas peak quieren salir hacia Santiago o llegar a este sector, desde la autopista de Los Libertadores. Alicia Aravena comenta que los colegios no quedan lejos de las casas, pero como las calles no tienen vereda, berma ni ciclovía, no hay más opción que trasladarse en auto “y resignarse a demorarse media hora en andar tres kilómetros”.
Para el urbanista lván Poduje, la precariedad de la avenida Chicureo es la gran deuda del sector. “La congestión de esta avenida es ciento por ciento falta de planificación, ya que no fue incluida en el plan regulador que creó las zonas de expansión urbana en 1997. Por lo tanto, no tiene faja de reserva para ensanche, su uso de suelo es rural y no existen grandes proyectos que financien su ampliación. El gran responsable es el municipio”, dice.
El alcalde de Colina, Mario Olavarría, responde a esto. Según él, se debió a una falta de interés de las autoridades del momento. “Lo que hemos pedido es una modificación al plan regulador, que permita un cambio del uso de suelo y el ensanchamiento de la vía. Hace algunos meses tuve una reunión con el seremi de Vivienda, y nos dijeron que se podrá comenzar a cambiar el plan regulador, pero esta tramitación puede demorar uno o dos años”.
La falta de locomoción y transporte público también aporta al caos vial. “La falta de transporte público es una de las debilidades de Chicureo, porque hoy toda la gente tiene que llegar y salir en auto”, dice Poduje.
La escasez de servicios también es parte del reclamo. Las 30 mil personas que viven aquí tienen dos supermercados de tamaño express para hacer las compras del mes. Por la demanda, uno de estos aumentará su superficie de 1.650 metros cuadrados a 3.000 durante este mes.
El acceso a la salud dejó de ser un problema cuando la Clínica Las Condes se instaló en Chicureo hace tres años. “La urgencia ya nos quedó chica y el centro médico tiene muchísima demanda”, dice el médico jefe de la urgencia, Erwin Buckel. Atienden 3.000 personas al mes y, cada año, las atenciones aumentan en un 20%.
Según el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2014, elaborado por la Universidad Católica y la Cámara Chilena de la Construcción, Colina está en el puesto 12 de las comunas con mejor calidad de vida, entre 93 del país.
Gonzalo Zamorano mira este ranking con escepticismo. “Cada día hay más tacos, las soluciones viales son pésimas, no hay semáforos suficientes, las ciclovías no están bien pensadas, no hay suficiente infraestructura y equipamiento urbano. Por lo menos tres veces a la semana tengo que ir a Vitacura o Las Condes, que es lo más cerca y donde hay de todo. La verdad, no me siento viviendo en una de las mejores comunas de Chile”. v
[…] Ramos, N. (2014). La ciudad “satélite” ABC1. Portal Chicureo. Disponible en: http://chicureo.com/taller/2014/07/11/la-ciudad-satelite-abc1/ […]