Los avances viales que genera Metro son beneficiosos para la mayor parte de la ciudadanía. Es uno de los transportes más utilizados y, pese a sus problemas de atochamiento en horas punta y la falta de carros, traslada a más de 2,4 millones de pasajeros anualmente.
Sin embargo, no todos se han visto favorecidos con las nuevas construcciones de las líneas 3 y 6, que conectarán Huechuraba con La Reina y Cerrillos con Providencia, respectivamente. Algunos debieron ser expropiados para construir los nuevos tramos.
El destacado local Golfo di Napoli, especializado en comida italiana, no era una de las propiedades destinadas a ser tomadas por el tren subterráneo. Sin embargo, el local se encuentra entre la construcción de la nueva línea y un edificio de viviendas.
“Nos iremos porque sé que igual nos van a sacar, ya que el negocio quedó fuera de la línea de construcción, es decir, alrededor de cinco metros hacia afuera y creo que la Municipalidad va a emparejar esto”, explica el dueño del local, Vicenzo Guarino.
Un lugar mucho más grande, ubicado en Duble Almeyda 2435 en Ñuñoa, será la nueva casa del Golfo di Napoli. Ahí habrá capacidad para 200 personas, con una cocina más grande que abrirá en junio de este año. “Compramos este local hace cinco años y lo hemos ido arreglando de a poco, igual no dejaremos el antiguo, que por mientras será un lugar de pasada rápida especializado en comida chilena”, comenta Guarino.
Diferente fue la situación del antiguo restaurante San Remo, ubicado en Av. Matta con Cuevas, que debió salir luego de enterarse de la expropiación de la antigua casa donde tenían el local y que anteriormente había sido el bar La Blanca y la carnicería La Vaca Gorda, todos pertenecientes a la familia Siré.
Pese a múltiples protestas, el San Remo tuvo que partir y se cambió a una casa esquina en Miguel Claro 2220, donde funcionan de la misma forma.
“Mantenemos la misma decoración, incluso nos vinimos con los empleados para acá. La idea es ambientar el lugar lo más parecido al otro”, cuenta el dueño del local, Juan Siré, quien agrega que la clientela ha cambiado un poco y se ha vuelto más familiar.
Los antiguos seguidores del local continúan yendo, aunque no con tanta frecuencia.
“Hemos tenido que cambiar algunas cosas. Por ejemplo ya no hacemos cebolla frita, porque nuestros vecinos son casas donde vive gente y les molesta el olor”, explica Siré, quien aún continúa en un litigio con Metro por la expropiación. “Ellos nos pagaron la propiedad, pero los gastos comerciales fueron costeados por nosotros”, comenta Juan.
Un caso parecido es lo que vive Bernardo Romero, dueño del bar Roca’s Shop , que estaba ubicado en José Pedro Alessandri con Irarrázaval y debió cambiarse unas cuadras más arriba, a Irarrázaval 3344.
“Estamos en medio de un juicio, porque por error debían pagar al dueño de la propiedad 147 millones y a mí 10 millones, por concepto de patentes, pero se hizo un solo cheque a nombre del ex propietario, así que estoy en proceso de recuperar mi plata”, explica Romero.
El traslado ha triplicado las ganancias del local. Cuentan con 45 mesas al exterior del inmueble y 25 en el comedor principal, además de los empleados que tenían debieron contratar a cuatro más. Pese a ello, en el local actual debió invertí 40 millones en limpieza y adaptación del lugar.
Metro S.A. explicó mediante una declaración que “la determinación de los lugares a expropiar obedece a una decisión técnica. La primera opción es construir en espacios públicos. Sin embargo, no siempre es posible y es necesario acudir a la ley para expropiar y cumplir con ejecución del proyecto”. Las nuevas líneas se esperan entre 2016 y 2017 y tendrán un costo de US$2.760 millones.
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