Una ardua tarea le espera al recién nombrado titular del Ministerio de Transportes, Andrés Gómez-Lobo, en materia de mejoramiento transporte público, quien ya tiene una tarea inmediata: iniciar los estudios de prefactibilidad para analizar posibles extensiones de líneas de Metro antes de los primeros 100 días de gobierno.
A la ampliación de la Línea 2 hasta El Bosque y San Bernardo y la nueva Línea 3 hasta Quilicura, que ya estaban contempladas en el programa de gobierno presentado por la Presidenta Bachelet antes de asumir, el ministro Gómez-Lobo sumó el recorrido de la Línea 4, que podría llegar hasta Bajos de Mena, en Puente Alto.
“Una de las primeras prioridades será comenzar los estudios de factibilidad técnica para la ampliación de tres líneas de la red de Metro y esperamos ingresar las bases para licitar esos estudios en los próximos tres meses”, afirma el titular.
De hacerse realidad, la red subterránea alcanzaría nuevas zonas de alta densidad poblacional, hecho en el que diversos analistas en transporte y expertos en desarrollo urbano han puesto especial atención. El debate se centra en definir si estas medidas son las más indicadas para dar respuesta a la problemática del transporte público del Gran Santiago.
Para el urbanista de la consultora Atisba, Iván Poduje, las extensiones son una medida a la que deberían dar urgencia. “Si las líneas se diseñan bien, en zonas como Quilicura y Bajos de Mena, se pueden resolver problemas de transporte y segregación social, que son dos grandes prioridades para Santiago”, opina.
Una visión coincidente con la del experto de la Universidad Diego Portales, Carlos Melo, que afirma que estas extensiones darían “conectividad con un transporte público que ofrece una mejor calidad de servicio a zonas de la ciudad que hoy tienen una baja oferta. Además, Metro ofrece una alta regularidad en los tiempos de viaje, lo que es mucho más relevante para los usuarios que viajan largas distancias”.
Sin embargo, hay otros que se cuestionan si este proyecto es la mejor altenativa. “Habría que esperar los estudios respectivos”, dice el vicepresidente de Sochitran, Luis Rizzi. “Por ejemplo, habría que ver que la extensión de la Línea 2 no se superponga con el nuevo tren suburbano que llegará a San Bernardo”, agrega.
De dar luz verde a las nuevas estaciones, su construcción no finalizaría en este gobierno. Como puntualiza el experto de Sochitran, “se necesitan al menos 4 años para finalizar las obras”.
Efectos en Línea 1
La construcción de las nuevas líneas 3 y 6 sumarán a la red subterránea un millón de pasajeros, según estimaciones de Metro, sin que exista certeza del impacto que estas extensiones tendrían en el resto de la red y, en especial, en la Línea 1.
Si bien todos los especialistas coinciden hoy que es difícil pronosticar un escenario concreto, habrá un efecto que los actuales usuarios podrán sentir.
A juicio del especialista de la UDP, “las extensiones van a generar un impacto sobre el resto de la red, especialmente en las estaciones de transbordo. Y habrá que ver lo que ocurra en la Línea 1, que en ciertos tramos se encuentra operando a capacidad, por lo que aumentos leves de la demanda puede generar mayor congestión”.
Sin embargo, la puesta en marcha de los nuevos trazados de la red Metro, operativos a partir de 2016 para la Línea 6 y 2018 para la 3, ayudaría a paliar los efectos negativos del aumento de usuarios.
“La Línea 6 debería sacar los flujos que vienen del sur aliviando, en parte, el tramo Los Héroes- Baquedano. Lo mismo aplica con la Línea 3 y los flujos del norte, lo que se puede potenciar con tarifas que desincentiven el uso de tramos de la Línea 1 donde existen alternativas”, recomienda Poduje.
Asimismo, todos plantean la necesidad de evaluar la construcción de nuevos tramos en el Gran Santiago.
Ya existen estudios de pre- factibilidad encargados por el ex titular de la cartera, Pedro Pablo Errázuriz, para tramos de las futuras líneas 7 y 8. La primera iría de Maipú hacia Los Leones. La otra, desde Renca a Baquedano y desde ahí hacia la cordillera.
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