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AMALIA TORRES 

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Chincoles, chirihues, queltehues, cachuditos y pitíos son solo algunas de las cientos de aves que se reproducen en Chile.

Sin embargo, nadie conoce el sitio exacto donde construyen sus nidos ni cuántas aves hay por especie. Todo se basa en supuestos y la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC) quería datos concretos, por eso, patrocinados por Conaf, el SAG, el Ministerio de Medioambiente y el Museo de Historia Natural, decidió crear el primer Atlas de Aves Nidificantes del país.

“En Europa o Norteamérica hay Atlas de este tipo, pero en Chile no. Por eso comenzamos en 2011 con la recopilación de datos”, explica Fernando Díaz, voluntario de la ROC.

El Atlas de Aves Nidificantes es un trabajo de cuatro años donde se espera recolectar toda la información necesaria.

Ya hay más de doscientos voluntarios participando, desde estudiantes, fotógrafos aficionados, hasta ornitólogos consagrados.

“Si sientes que tu nivel de conocimiento es bajo, no importa, cualquier dato de reproducción que observes es muy valioso. La próxima vez que mires aves en el patio de tu casa, visites un parque, viajes a la playa, camines por el lugar donde vives, anota las aves que observas y busca evidencias de reproducción. Luego envía estos datos a eBird-Chile y ¡ya estás participando en el Atlas! Así de fácil”, dice la página web de la ROC.

Para los más comprometidos, está la posibilidad de hacerse cargo de una zona del país. “La metodología consiste en dividir Chile en cuadrículas y así marcar a las aves que se reproducen en Chile en este período de cuatro años, entre primavera y verano”.

Cada cuadrícula mide aproximadamente 20 por 20 kilómetros. “En ella hay que tratar de identificar todas las especies que se reproducen, respetando los distintos hábitats: pastizales, roqueríos, humedales, etc”, explica Díaz.

Tanto los encargados de cuadrículas como los que colaboran libremente a través de eBird, tienen que indicar si hay un nido a la vista, si tiene huevos o pollos, cuántos son, si ven aves en cortejo, aves solitarias, pájaros recolectando comida o si abandonan el lugar en alguna época.

“También hay que anotar si ves al ave cantando en la fecha de reproducción, porque entonces es posible que esté defendiendo su territorio para nidificar”, dice Díaz.

Fernando Díaz tiene a su cargo cuatro cuadrículas en Lampa, Batuco, Chicauma y Colliguai. “Mi zona es fácil porque mucha gente va allí a hacer observación de aves, entonces tengo harta ayuda”.

Esto, porque cada avistador sube sus observaciones a eBird, una base de datos que está georreferenciada y conectada a Google Earth. Así todos saben qué aves se han visto y dónde.

“Por ejemplo, si alguien vio una tenca en Ñuñoa, la añade”, dice Díaz.

A pesar de que ya llevan dos años trabajando, aún hay cuadrículas no asignadas y sectores sin información. “ En la tercera región, por ejemplo, hay poca participación. Lo mismo en el altiplano”, dice Díaz, quien es el encargado de asignar las cuadrículas.

Sin embargo, a pesar de la falta de cobertura total, lo que llevan de trabajo ya ha permitido llegar a algunas conclusiones. “Ha ayudado a afinar la distribución de algunas especies, como el pájaro amarillo, que se creía que estaba más ligado a cierto tipo de humedales, pero se ha visto que también nidifica en riberas de ríos”. También se han creado mapas preliminares de anidación de 50 especies, como la codorniz, la garza y la torcaza.

Además de estos datos, los creadores del atlas esperan que sus investigaciones sirvan para saber qué zonas deben resguardarse, para así cuidar a las aves que vuelan a Chile a formar familia.

 Censo

Entre agosto de 2011 y octubre de 2015 los voluntarios pueden aportar sus datos. Más información en www.redobservadores.cl