Kiko Benítez

(Nota importante: luego de una pérdida de datos esta sección está en reconstrucción)

No estoy de acuerdo con lo que se está haciendo con Las Canteras. Por un lado los desarrollos inmobiliarios en pugna con los artesanos por los derechos de la piedra, por otro lado el Gobierno y sus instituciones convenciendo a sus mineros que serán un nuevo Pomaire, pero de la piedra en vez de de la arcilla y por un tercer lado la Municipalidad con una conducta poco asertiva y distante.

La cuestión es tan turbia que exige una pasada de plumero para sacar el polvo que impide mirar más profundo. Aún a riesgo de parecer perseguido.

Para partir: difícil algo menos creativo, y pobre artística y artesanalmente, que este tipo de lugares que reciben el “beneficio” del apoyo del estado: los “Pueblos Típicos”.

No me gustaría ver a Las Canteras transformado en una especie de supermercado de la piedra, con artesanos de otras partes, con vendedores de Pelequén por ejemplo, con comerciantes ocultos, en el fondo, que transforman el “Pueblo Típico” en un ente turístico “penca”.

Pomaire, como muestra cercana (en la foto  arriba en agosto del 2006), simplemente es feo, estrangulado por una presión económica muy similar a la de Las Canteras: un peaje puesto de adrede en un lugar para que una empresa privada —una autopista— obtenga beneficios a costa de la nación y de sus artesanos.

Para Las Canteras yo quisiera otro ambiente. Exclusividad de la piedra para los artesanos que la manejan hoy, sin que nadie más venga a sacar provecho de ella con la excusa del “Pueblo Típico”. Si nadie más se mete con la piedra que ahora está disponible, a pesar de las posibles malas negociaciones que se hayan efectuado, significaría que los Canteros disponen de inmediato de un enorme capital, al que por supuesto otros quisieran echar mano (en la foto abajo, los puntos de venta que se están construyendo).

Me gustaría que la cantería no sea una herencia obligada para los niños. Que la escuela El Algarrobal se transforme en liceo con secundaria y carreras técnicas —y entre ellas se podría incluir el reabrir la Escuela de Canteros que tuvo la Universidad de Chile en Macul, en la calle Los Olmos, creo, en la casa de su fundador, Samuel Román, que junto a Marta Colvin y Lily Garafulic, entre los años 40 y 60, integró el trío de los grandes maestros de la piedra. Marta Colvin, además, tiene notables descendientes en Chicureo.

(Al terminar el colegio, en 1969, fui a dar el examen de habilidad a la Escuela de Canteros donde quedé seleccionado inmediatamente pero otros pasos me llevaron a Valparaíso…)

Me gustaría que hubiera plena integración entre los colegios de la zona de manera que para los niños canteros, los colegios San Anselmo, Dunalastair, Liceo Alemán, o cualquier otro, no estén vedados por una cuestión ni de clase ni de precio.

Que estén cerca de todo, y esto nos recuerda, nos obliga a ver muchas otras cosas.

Por un lado, el porqué no se han puesto los letreros viales que indican dónde está la provincia de Chacabuco —cuestión que le he solicitado formalmente y personalmente a los ex gobernadores Loreto Amunátegui, Iván Torres e Isidoro Guitlitz— es simplemente un misterio. Se lo pediremos en la primera oportunidad al nuevo Gobernador, Nicolás Pavéz. ¿Por qué no están puestos? De hecho no es un costo para la Gobernación. Tengo entendido que es una responsabilidad de Vialidad en todo el país, donde usted encuentra puntualmente todas las bienvenidas y despedidas de todas las provincias.

Pero en la práctica se traduce que la gente, entre ellos nosotros y los habitantes de Las Canteras, no focalizamos que el trozo de mil ochocientos metros que no fue expropiado para la caletera oriente entre Buenaventura y Las Canteras, queda en el indefinido límite entre las provincias de Chacabuco y Santiago: sector causante del estrangulamiento que viven Las Canteras, Chicureo, Lo Arcaya, Lo Pinto, Colina y Esmeralda por la Autopista Los Libertadores.

Este asunto es complicado en víspera de elecciones presidenciales, a las que quizás retornen candidatos que estuvieron en la génesis de este problema: Eduardo Frei R-T. como presidente, con su ministro del MOP, Ricardo Lagos, idearon personalmente este proyecto. Ricardo Lagos como presidente, con Carlos Cruz como Ministro, lo llevaron a cabo, apoyados por Juan Carlos Latorre —hoy, flamante presidente de la Democracia Cristiana— como Subsecretario MOP, y el encargado de la concesión y mano siniestra del ministro Cruz, Javier Villanueva, que con total desfachatez, en la Gobernación Provincial, con Atenas como Gobernador, nos indicó que la demanda de 4 mil vehículos diarios no justificaba esta expropiación (¡Dios me libre! 4 mil vehículos no justificaban ni el peaje ni la autopista). También regresó al ruedo como Concejal, el ex alcalde de Colina, Manuel Rojas, firmante de muchos acuerdos de esa época.

Michelle Bachelet, con un sinnúmero de otros ministros MOP, dejaron que el proyecto continuara igual, con una Concesionaria que sube el peaje de manera descabellada, pero su gobierno ha sido el que propone la solución “Cultural” para el problema económico de esta zona estrangulada por peaje y locomoción, dos cuestiones que van íntimamente unidas.

¿Por qué existe en la provincia de Chacabuco un trozo de caletera perteneciente a un proyecto de autopista de sólo 1.800 metros que no fue expropiado, que obliga a los automovilistas que no quieren o no pueden pagar el peaje a transitar por una zona que no resiste ni los más mínimos estándares de seguridad, forzando a beneficiar a una empresa privada con capitales extranjeros por medio del pago de un peaje desproporcionado y, menos, solicitado?

¿Por qué el estado beneficia a un privado a costa de eso que simplemente se llama “el pueblo”, o sea, todos nosotros?

Los gobernadores ya no tuvieron la respuesta y su representado, la presidencia, mucho menos, desde mucho antes.

Y quizás usted me pueda ayudar a recordar, porque yo ya lo olvidé, cuáles fueron los convincentes argumentos que justificaban el peaje en Lo Pinto para beneficio de la Concesionaria Los Libertadores, pagado por personas que vivían por ahí, o que iban a la capital provincial, Colina, por algun trámite, o que se desplazaban entre Colina y Lampa sin que llegaran, muchos de ellos, a utilizar jamás en sus vidas la bendita carretera concesionada. Pero nos hemos acostumbrado a ese peaje y actualmente nos parece de lo más natural.

Así, el ex Gobernador Guitlitz nos avisó por medio de una entrevista a un medio local, que “el caso de Los Libertadores, para que la gente comprenda (en las zonas urbanas), tendría la misma condición que tiene Autopista Central, es decir, con un murete central, con muros transparentes que cortan el ruido, con pasarelas peatonales cada cierta cantidad de tramos y con TAG… desde Vespucio y hasta Peldehue”. “Todo lo que corresponde a atraviesos sobre la Ruta 5 y la Ruta Los Libertadores está hoy día en un proceso de estudio y de revisión en conjunto con las concesionarias “.

Aunque esperamos que todo el país, siempre, esté en un proceso de estudio y revisión, con esto el ex Gobernador apuntaba a lo que, en su inicio, todos tratamos de evitar: la división de un valle en dos, especialmente porque la nueva obra se realizaba sobre un trazado existente, con el tremendo impacto social y gasto fiscal que ello implica. Impacto y gasto que no se produce cuando se expropian terrenos no habitados.

La cuestión es que frente a este absurdo y la aberración de este peaje forzado por —y aquí viene nuevamente el estribillo de esta canción— “los mil ochocientos metros que nunca se expropiaron”, nos encontramos hoy, especialmente después de los problemas con el alcalde recientemente en Las Canteras, completamente divididos, incapaces de hacer frente en grupo a los que nos están, lo voy a decir suavemente, estafando.

1800 metros que nunca se expropiaron a pesar de que la cifra de Villanueva, de 4 mil vehículos está sobrepasada pero por mucho.

Maestroweb de Chicureo.com