El nuevo destino que un equipo de ambientalistas otorga a los desechos orgánicos, pretende también cambiar el rumbo de un país que de a poco adopta una conciencia más verde. Gianni Sichel, uno de los fundadores de la iniciativa “Chicureo Sustentable”, relata la paradoja de comprar la basura de otros países para mejorar los suelos propios.
Un cientista político, un publicista y un chef experto en viveros son los representantes de un proyecto que quiere cambiar la forma en que el chileno ve el basurero de la cocina.
“Chicureo Sustentable” es un emprendimiento ambiental que crea puntos verdes para el sector del mismo nombre, Lampa, Liray y sus alrededores para dar un nuevo destino a residuos orgánicos, ramajes y podas de la producción agrícola que, generalmente, acababan siendo quemados de manera ilegal.
La base recepciona cerca de mil camionadas de ramas, pasto y hojas provenientes del trabajo de jardinería de los condominios cercanos, que luego es convertido en compost y humus a través de técnicas de compostaje y lombricultura devolviendo a la tierra su energía para seguir un ciclo virtuoso de producción.
“La gracia es que este tratamiento de los residuos rompe el paradigma de la estructura lineal de la basura que llega al relleno sanitario. Nosotros convertimos esos desechos orgánicos en sustrato –compost y humus- lo que es relevante ya que el 57% de los residuos sólidos que llegan a los vertederos, es de origen domiciliario”, detalla Gianni Sichel (29 años, a la derecha en la foto), cientista político y socio de este emprendimiento.
Le acompañan, el publicista Patricio Larraín (30 años, a la izquierda); Christian Kelly, ingeniero comercial (60) y Nicolás Roselló, chef y legendario encargado del Vivero Cumbre, ubicado en el cerro San Cristóbal.
Sichel admite haber aprendido mucho sobre políticas públicas y sustentabilidad en Corea del Sur, donde realizó sus estudios y que entrega a la producción agrícola cerca del 20% del territorio. A nivel domiciliario, el compostaje también es una tradición que se practica con una responsabilidad oriental.
En Chile, por lo menos, hay mucho terreno por fertilizar para que los desechos de la casa entren en este círculo virtuoso, estima el empresario. “Es un asunto cultural al que hay que abordar también con estrategia. Hay que incentivar la creación de una nueva industria, de plantas valorizadoras de estos residuos que aborden el reciclaje orgánico y en eso estamos pensando a mediano plazo. No basta con tener contenedores de basura de colores en casa, sino saber usarlos. Afortunadamente, las empresas están entrando en esta conversación y generando iniciativas que buscan dar solución a un problema urgente, como lo es el de la basura”, agrega.
Gianni Sichel plantea iniciativas como las que llevan el chipeo a domicilio, es decir, que reducen los desechos vegetales en chips para usar como mulch, un excelente retenedor de humedad y eficaz activador biológico aplicable al terreno doméstico; o el despacho de estos sacos de compost que regresan al suelo sus propiedades químicas y biológicas, material que es analizado en laboratorio cada 3 meses para asegurar su calidad.
Nuestro país se comprometió a reducir en un 30% sus emisiones contaminantes hacia el año 2030 como parte del Acuerdo de París en el que también se inscriben estas buenas prácticas del qué hacer con los desechos domésticos.
“Actualmente apenas se rescata el 10% de estos residuos y por eso nos estamos enfocando en el desecho simple. Hay malls como el Parque Arauco donde se trabaja el destino de estos residuos de acuerdo a una estrategia. Lo que queremos es que en el futuro más empresas se sumen a estas prácticas sustentables. Esto en la medida que la sociedad civil vaya entendiendo sobre este proceso”, explica sobre el concepto de las economías circulares.
También recientemente se promulgó la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que tiene por objetivo, disminuir la generación de residuos, promoviendo la reutilización y el reciclaje a través de la responsabilidad extendida al productor.
“En una era de recursos escasos y poca conciencia ambiental, es urgente pensar en estos modelos lineales que producen solamente para consumir y que sostiene la estructura de los rellenos sanitarios y sus externalidades negativas. Antiguamente, la basura se tiraba al río Mapocho, después en sitios eriazos hasta que las empresas se hicieron cargo de privatizar los vertederos. Pero estos tienen una vida útil de 30 ó 40 años. Estamos viviendo precisamente la media de esa vida útil. ¿Dónde irán a instalar otros rellenos sanitarios en el futuro?”, se pregunta retóricamente el empresario.
Se refiere ahora a las zonas de sacrificio donde los basureros son el vecino incómodo en comunas de la periferia de siempre que terminan contaminadas, devaluadas y en medio de un conflicto que “también es económico en cuanto la distancia vuelve costoso el transporte de la basura y social, porque empobrece aún más a comunas marginadas por esa periferia”, señala Sichel refiriéndose a Talagante, Maipú y Til Til.
“Es una realidad injusta desde el punto de vista social y económico. La iniciativa de recuperar el residuo orgánico parte desde un pequeño espacio, pero pretende abarcar mucho más para lograr que la energía, en efecto, no se pierda sino se transforme en un capital y que sea una experiencia replicable, incluso”, agrega.
AGREGANDO VALOR AL BASURERO DE LA COCINA
“Chicureo Sustentable” se ha extendido a recibir los restos de poda de comunas como Vitacura, Las Condes y Colina, pasando también a desechos de la categoría 2: es decir, restos de comida.
“El siguiente desafío es perseverar en la educación ambiental de la ciudadanía y en la recolección selectiva de estos residuos. No es tarea sencilla, porque cuando se trata de este material, la tarea del reciclaje se complejiza si el usuario no separa sus residuos. Una vez que la basura se mezcla, ya es casi imposible tratarla. Es como si se la hubiese llevado el camión”, señala el emprendedor. Por eso, parte de la inversión del negocio también se dedica a la concientización de escolares y preescolares.
Como la recuperación de los suelos, la creación de una nueva conciencia ecológica también exige paciencia y trabajo constante. El equipo de “Chicureo Sustentable” proyecta una próxima década con un modelo de compostaje extendido a escala nacional y replicado al igual que la discusión en torno a ciudades más inteligentes, pero de una manera concreta.
“Existe una muy mala costumbre en Chile que es construir ciudades sin una mayor planificación. El resultado es lo que pasa en regiones como la Metropolitana que ha crecido fuera de todo patrón urbano. Esto pone en discusión la posibilidad de autogestionarse a partir de prácticas como la reutilización de residuos. Si bien en Santiago se justifica una inversión en rellenos sanitarios, en localidades con menos densidad de población del extremo sur y norte, eso no pasa y urgen medidas para la construcción de modelos más sustentables. Claro, estamos recién en un escalón de la educación ambiental, pero es algo que debe empezar a desarrollarse y a escalar”, cree Sichel.
Finaliza con una extraña paradoja. La de un país que, como muchos, está a las puertas de una crisis de terrenos cultivables erosionados y que necesita los sustratos para la agricultura que producen culturas donde el compostaje es una sana práctica como Canadá u Holanda. “Estos sustratos, como los que se ocupan cotidianamente en el cultivo indoor se importan desde el extranjero, aunque tengan los mismos componentes del que se produce en Chile. Podríamos estar metiéndonos en ese mercado, pero en lugar de eso somos un país que, literalmente, compra los desechos de otros para reactivar sus suelos”, reflexiona.
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