Fuente: ¿Por qué el Día de Europa no es festivo?
¿Quién sabe que el 9 de mayo es el Día de Europa? Siendo sincero, casi nadie, y es lógico. Al no ser festivo, es un día totalmente invisible. Y lo que es invisible, no existe. Casi nadie sabe que un 9 de mayo 1950, a través de un histórico discurso del entonces ministro francés Schuman, Alemania y Francia decidían cooperar para superar el odio mutuo y fratricida. Pero más allá de algunas celebraciones institucionales y reportajes periodísticos, el Día de Europa, símbolo de la reconciliación continental tras dos guerras mundiales sangrientas, es hoy un día internacional cualquiera. Y sin una mayor relevancia emocional, popular y práctica en nuestro calendario, seguirá en la marginalidad y el olvido.
La memoria y celebración comunes a toda la ciudadanía europea contribuyen a cohesionar nuestro proyecto compartido y apostar por setenta años más de paz.
Por ello, como cualquier proyecto político y social, la Unión Europea necesita símbolos cotidianos y comunes a toda la ciudadanía europea. Requiere la construcción de un imaginario colectivo popular que nos proyecte en una temporalidad y referencias compartidos. En este marco, necesita que una vez al año paremos nuestro afán productivo para recordar a todas las personas que lucharon para construir la paz en este continente; para celebrar los principios y lazos de solidaridad y fraternidad que nos unen; para tener conciencia de que el futuro, aún más en un mundo globalizado, complejo y sin fronteras, se construye juntos.
El lector más pragmático debe saber que, con una media europea de 12 días festivos al año (14 en España), queda espacio de sobra para incluir ese día festivo. Además, después de años de crisis, resultaría un gesto fuerte –al igual que ha hecho Portugal— volver a aumentar los días festivos. En España, tras años de injusticia y sufrimiento, aún más. Y, por una vez estos últimos años, sería una excelente ocasión asociar Europa a una emoción positiva.
Transformar el 9 de mayo en día festivo en todos los Estados Miembros no soluciona todos los problemas existentes ni sustituye en absoluto la necesidad de una reforma profunda de nuestras instituciones nacionales y europeas y de sus políticas sociales, económicas y ecológicas. Pero la memoria y celebración comunes a toda la ciudadanía europea contribuyen a cohesionar nuestro proyecto compartido y apostar por setenta años más de paz.
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