Fuente: El Mercurio.com – El periódico líder de noticias en Chile
Pamela Gutiérrez
Son 27 kilómetros, gran parte de ellos en ascenso del cerro Chacabuco, en Los Andes, que se recorren con alegría, cánticos y mucha energía. Hoy se cumplen 25 años de la peregrinación juvenil al Santuario de Santa Teresa, que se ha consolidado como la tercera caminata religiosa más importante del país, con cerca de 70 mil participantes.
La peregrinación surgió en el proceso de canonización de la primera santa chilena, “como idea de hacer el camino que ella hizo y valorar su testimonio de entrega. Siempre las peregrinaciones tienen un sentido. En este caso, el camino de santidad de la vida tiene un esfuerzo que no se hace solo, sino con otros que me motivan y ayudan a seguir el camino”, cuenta el vicario de la Esperanza Joven, padre Francisco Llanca.
El recorrido sigue siendo el mismo: desde la Hacienda Chacabuco se sube por el cerro para llegar al Santuario de Auco. En el trayecto, que dura entre cinco y ocho horas, hay 13 estaciones.
Hace un cuarto de siglo, la peregrinación era principalmente seguida por jóvenes de parroquias y colegios de la Región Metropolitana, de Valparaíso y Melipilla. Hoy participan comunidades parroquiales de la comuna de Santiago, que reciben a jóvenes de Chiloé; de Puente Alto, que albergan a peregrinos de Puerto Montt y Antofagasta. “Incluso recibimos peregrinos que vienen desde Osorno, Punta Arenas. Esta celebración permite dar movilidad social, conocernos, mirarnos. La mejor vocación que ha sacado Teresita es la de sentirnos hermanos”, añade Llanca.
Caminar de la mano
Todo joven católico activo la hace, al menos, una vez en la vida. Algunos asisten año tras año, e incluso hay pololeos que se han convertido en matrimonios.
Ruth Chamorro y Pablo Lagos se conocieron en una parroquia de Pudahuel. “Los 15 años que llevamos juntos hemos estado en la peregrinación. Nos pusimos a pololear en julio de 2000 y en octubre fuimos a la primera. Como estamos en el equipo de servicio de la vicaría, llegamos el viernes, estamos el sábado y hasta el domingo, en apoyo de la caminata”, cuenta Chamorro.
También se han consolidado vocaciones, como la de Francisco Araya, hoy en cuarto año de preparación al sacerdocio: “Lo que más marcó mi vocación fue el servicio, desde poner las vallas hasta llevar a la abuelita que necesita ayuda; de colaborar incluso anónimamente, sin buscar lucirme. La peregrinación fue una confirmación de que el Señor me estaba llamando para servir”.
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