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Santiago debía prepararse para el futuro, pues se auguraba que el problema del tránsito sería caótico en un plazo no tan lejano. Tanto así que a las autoridades de la época no les costaba imaginarse una ciudad con avenidas colapsadas por miles de vehículos: “En menos de diez años se producirá un congestionamiento total de los accesos al radio central de la capital”, pronosticaba el urbanista Moisés Bedrak, en “El Mercurio” del 21 de enero de 1965.
Las soluciones que se planteaban eran visionarias e iban más allá del ensanche de las calles. Como el ambicioso plan propuesto por la Municipalidad de Santiago de convertir el lecho del río Mapocho en una autopista de alta velocidad. “La idea es conectar la comuna con Providencia y Las Condes por medio de una carretera con capacidad para 4 o 5 coches, con entradas a la altura de la Estación Mapocho, Plaza Baquedano y Pedro de Valdivia”, explicaba el alcalde de entonces, Manuel Fernández.
Agregaba que “técnicamente es posible aprovechar el cauce del río para la construcción de una calzada de concreto, de 9 a 10 metros de ancho, que iría a un metro de altura del nivel de las aguas, sobre la postación adecuada”.
Por su parte, el urbanista de la Dirección General de Obras Públicas Juan Parrocchia añadía que “la autopista quedaría bien, tanto por encima, en el lecho mismo o un par de metros debajo de éste. Si no, mediante un sistema de volados, suspendida sobre las aguas”.
Acotaba, sin embargo, que la idea formaba parte de un plan que estaba destinado a crear un “complejo caminero” de acceso al Aeropuerto Internacional de Pudahuel (que estaba en construcción), con salida al futuro camino Santiago-Valparaíso por Lo Prado. Parrocchia enfatizaba en que antes de pensar en esta construcción, era urgente realizar otras obras, como un puente frente a Lo Saldes, donde quedaría ubicado el edificio de las Naciones Unidas. Era prioridad, igualmente, prolongar Américo Vespucio Norte hasta Conchalí.
Lo cierto es que si bien los técnicos de la época coincidían en que una autopista sobre el Mapocho no era una idea descabellada, creían que la materialización se lograría a largo plazo, dado el elevado costo que representaría.
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