“En la situación que hemos vivido en estos días, es normal que exista gran conmoción a todo nivel, sin embargo, las autoridades y los medios de comunicación deben asumir su responsabilidad, en virtud del poder que tienen para contener o retraumatizar”, señala la Psicóloga Clínica María Ester Buzzoni y Secretaria de Estudios de la  Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

La especialista explica que los recientes atentados explosivos ocurridos en Santiago y Viña del Mar generan efectos psicológicos diferentes, según el nivel de implicación de las personas en los acontecimientos. Es por eso que indica que los efectos traumáticos de un evento como este pueden ser de diverso orden.

“Podemos distinguir el impacto de la violencia al nivel psíquico, en términos de las emociones y pensamientos, donde es frecuente observar síntomas de lo que se ha llamado Trastorno por Estrés Post Traumático, con experiencias que invaden la continuidad del pensamiento a modo de imágenes repetitivas del evento o flashbacks, o se reviven experiencias corporales, pensamientos, sensaciones, etc. La experiencia reaparece también a través de sueños o pesadillas asociados a lo ocurrido. Pero también pueden manifestarse consecuencias que no estén visiblemente asociadas al evento, tales como efectos en el ánimo o las emociones, mayor irritabilidad o cambios emocionales bruscos durante el día, o un cierto embotamiento emocional, es decir, una sensación de no poder contactarse emocionalmente con nada”, señala.

Agrega que también algunas personas pueden presentar un estado de híper-alerta y conductas de evitación y miedo, pensando siempre que esto puede ocurrir otra vez; sentimientos ambivalentes de rabia y culpa, pensando que “si yo hubiera hecho esto antes, tal vez no habría estado ahí”; así como de desesperanza/esperanza, indefensión/autosuficiencia, entre otros. “El impacto en la continuidad de la experiencia cotidiana para quienes estaban ahí y sus familiares, puede ser significativo e inabarcable, pero es necesario consignar que la violencia impacta la vida en todas sus dimensiones”, precisa.

María Ester indica que un efecto muy común frente a las experiencias de este tipo es la necesidad de negarlo o minimizarlo, tratar de dejarlo atrás, hacer como que no pasó.  “Es importante poder hablar de esto, de sus efectos y de sus consecuencias en cada uno. En algunos casos, será necesario buscar ayuda especializada”, asegura. En ese sentido, quienes presenten síntomas de Estrés Post Traumático deben pedir apoyo especializado, preferentemente psicoterapéutico, el que en ocasiones requerirá apoyo farmacológico y licencias médicas si la sintomatología es muy aguda.

Sin embargo, la psicóloga dice que este hecho también tiene potencialmente efectos en toda la comunidad, que se parecen a los anteriormente nombrados. “La sociedad entera se asusta y pareciera necesitar ambivalentemente por un lado, negar lo sucedido, hacer como que no pasó, apagar la tele, dejar de ver noticias o, por el contrario, ver una y otra vez las imágenes, buscando entender. Nos pasa como sociedad que también se detonan mecanismos más primitivos, buscamos culpables entre nosotros, nos enrabiamos, nos acusamos, dejamos de pensar”, señala.

El rol de los medios

Respecto a la influencia de los medios de comunicación en esta sensación de temor en las personas, Buzzoni indica que el terrorismo es un fenómeno que se define en virtud de sus efectos, y en ello los medios juegan un rol relevante. “Como en toda experiencia traumática, el significado que se le otorgue, las palabras que se usen para nombrarlo y el modo como se le dé una explicación en el contexto de la continuidad de la vida cotidiana, podrían contribuir a que sus efectos sean más o menos traumáticos”, indica.

En este sentido, plantea que “el papel de los medios de comunicación es fundamental, así como el rol de las autoridades, en cuanto pueden asumir un rol contenedor, entregando información certera, segura y tranquilizadora para la ciudadanía. Entregar información implica dar explicaciones, las que se tengan, que permitan entender qué pasó y por qué pasó. Pero también implica reconocer que ha sucedido algo muy doloroso e inaceptable, reconocer los derechos que han sido  vulnerados y asumir la responsabilidad de afirmar hasta qué punto se pueden tomar las medidas para que esto no vuelva a suceder”.

Adicionalmente, para la especialista no es menor que estas bombas detonen en septiembre, mes en que la memoria nacional se encuentra removida a propósito de la propia historia de violencia política. “La violencia política no surge en nuestra historia reciente, y cada uno alcanza a asociar a su modo estas experiencias con las vividas a nivel colectivo hace décadas, las cuales no están aún elaboradas por completo”, concluye.