Para muchos es el “gran pulmón verde” de Santiago. Se trata del Parque Metropolitano, conocido por su principal enclave natural, el cerro San Cristóbal. Fue creado en 1917, hace 97 años, y en septiembre próximo finaliza su proceso más grande de reforestación. Más de 110 mil árboles nativos terminarán de ser plantados en una superficie aproximada de 146 hectáreas, compuestas por las laderas más áridas del sector norponiente, colindante con las comunas de Recoleta y Huechuraba. Ambas, además, cuentan con uno de los más bajos índices de áreas verdes en el Gran Santiago.
El proceso se inició en 2012 y ha tenido un costo aproximado de $ 1.600 millones. Sin embargo, su principal novedad y beneficio no está en los nuevos peumos, quillayes, maitenes, algarrobos, quebrachos y alcaparras, que adornarán esta área verde, sino que, teóricamente, en el gran poder de absorción de estas especies para el polvo en suspensión de la capital.
“En nuestro país mueren más de cuatro mil niños prematuramente, producto de la contaminación ambiental, y los esfuerzos para reducir las emisiones apuntan a factores básicos, como ése. Con esta forestación esperamos capturar 2.500 toneladas de polvo en suspensión al año, lo que será posible cuando los árboles tengan entre seis y ocho años. Es una enormidad, pues son camiones y camiones de contaminación”, explicó el director del Parque Metropolitano de Santiago, Mauricio Fabry.
Para tener una comparación, el anuario de emisiones, realizado por el Ministerio del Medio Ambiente, en 2014, señaló que los calefactores a leña, por ejemplo, producen un total anual de 2.100 toneladas de material particulado en la Región Metropolitana. Sin embargo, según el experto medioambiental, Ernesto Gramsch, de las 2.500 toneladas de polvo en suspensión que podrían absorber los nuevos árboles instalados en el Parque Metropolitano, sólo 12,5 corresponden a material particulado. “De todas formas, no deja de ser una captación muy importante”, señaló.
Reposición
El proceso, que equivale a la reposición del 35% de la masa forestal del parque, se focalizó fundamentalmente en el sector más seco y rocoso, debido a su condición de exposición solar norte, que pocas veces ha sufrido incendios y otros siniestros.
“En algunos procesos anteriores del parque se plantaron eucaliptos, pinos y cipreses, que son especies muy exigentes en cuanto a agua y cuidados. Tienen su ciclo de vida y todos los años estamos sacando eucaliptos. La diferencia es que ahora se desarrolló el proyecto con árboles nativos, que pueden volver a crecer en caso de accidentes, ya que son especies habituadas a nuestra zona”, señala Fabry.
Para los nuevos árboles, el parque desarrolló también una tecnología avanzada de riego, protección contra plagas -como los conejos-, fertilizantes, cortafuegos y planes anuales de desmalezamiento, para evitar la propagación de llamas en caso de siniestros.
En términos históricos, la forestación del Parque Metropolitano comenzó en julio de 1921, en los faldeos del cerro, cerca de la calle Dominica. El director del parque de la época, Alberto Mackenna, plantó por primera vez aromos, lo que con el paso de los años transformó a este lugar en el cuarto parque más grande del mundo, con 722 hectáreas de área verde.
Un chileno, un árbol
En julio de 2010 fue lanzado un Plan General de Arborización, que tenía como meta entregar en 2018, en todo Chile, un total de 17 millones de árboles. Era algo así como un árbol por cada chileno.
Actualmente, sólo durante el presente año, el programa ha entregado cerca de 300 mil árboles. También hubo un cambio de enfoque, orientado a proyectos comunitarios.
Según el gerente de desarrollo y fomento forestal de Conaf, Roberto Lisboa, “no estamos pidiendo grandes proyectos ni iniciativas costosas. Esto se trata, por ejemplo, de que una población que quiere tener árboles, basta con que nos entregue en la oficina provincial un proyecto en una hoja de papel de cuaderno con la idea. Ese es el cambio que hemos hecho”.
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