vía El Mercurio.com – El periódico líder de noticias en Chile.

Ante el crecimiento y la expansión de nuestra capital en 1964, algunos ya auguraban soluciones y conceptos previsores. Más que a un sentido común de planificación, se apelaba a la necesidad de contar con un plan maestro que diera una visión integradora acerca de cómo crecería y se vería afectada la ciudad en los años que vendrían.

El editorial publicado en “El Mercurio”, el 22 de junio de ese año, contenía una advertencia tácita: “Si no se plantea ahora adecuadamente el Santiago del futuro, habrá una geométrica multiplicación de problemas imposibles de resolver después”. Se hablaba de ordenar, en forma responsable, el dinámico crecimiento urbano, “cuyo conjunto debe ser mirado con un inexorable criterio unitario”.

La idea de entender bajo una fisonomía indivisible a todas las comunas del Gran Santiago daba la plataforma para ofrecer propuestas exitosas destinadas a una urbe que “en veinte años más llegará a los cuatro millones de habitantes. El proyecto debe apoyarse, irremediablemente, en una ley especial, a la cual los municipios tendrán que someterse, que conceda recursos financieros suficientes y facultades especiales (…)”.

Se mencionaba la conveniencia de adoptar un nuevo diseño de circunvalación, “con dos grandes avenidas, una interior y otra más afuera, con una base común por el lado de la cordillera”. El enlace entre ambas, al anillo exterior, lo darían tres amplias vías de penetración, ojalá de ancho cuádruple y pocos cruces, en dirección al sur, al norte y al mar, desdoblándose estas dos últimas hacia La Calera y Los Andes y hacia San Antonio y Valparaíso. Incluso, como alternativas adicionales para aliviar el tránsito, se sugerían pasos bajo nivel, otros elevados y, por cierto, hasta cubrir el río Mapocho en determinados tramos.

Por último, se proponían en 1964 más parques y jardines para Santiago y, también, un camino de “corniche cordillerano, que comenzara en La Pirámide y siguiera por los faldeos del cerro Manquehue, rodeando La Dehesa, El Arrayán, Los Dominicos, Apoquindo, La Reina, Peñalolén, Lo Hermida y La Florida, para juntarse, al final, con el Cajón del Maipo”.