vía Las neo-dueñas de casa – Terra Chile.
No se trata de desconectarse de la vida citadina e irse a vivir al campo para ordeñar las vacas y bañar a los niños en tinajas de madera. La idea es retomar la esencia de la crianza de antaño, pero con las comodidades propias de la modernidad. En un ambiente seguro, y natural, que respete ante todo los espacios amplios y los paisajes verdes.
Es un fenómeno que se ha dado desde hace décadas en Europa y Estados Unidos, donde cada vez más familias deciden irse a vivir a los suburbios, para sacar a sus hijos de la vorágine urbana y entregarles una infancia más amena. Acá en Chile se le conoce como Rurbanismo, tendencia que cobra cada vez más fuerza, impulsada por los pocos espacios disponibles en la ciudad, y los altos precios que se cobran por ellos.
El rurbanismo, juego de palabras que mezcla rural y urbano, partió hace ya varios años, con una migración importante de familias hacia Pirque, Calera de Tango, Talagante y Nos. Mientras que hoy en día está enfocado en el sector norte de Santiago, principalmente Chicureo, que en solo 10 años ha tenido un aumento de un 49% de sus habitantes, convirtiéndose en “el” nuevo polo urbano-rural de la capital.
Fernanda Matus es arquitecta y paisajista de 35 años, que hace tres años decidió irse a vivir al condominio Santa Elena de Chicureo para mejorar la calidad de vida de su familia. “Yo tenía un hijo de tres años, vivíamos en un departamento pequeño en Las Condes, y ni siquiera podíamos tener mascota. Con mi marido siempre conversábamos de cómo habían sido nuestras crianzas, corriendo en el patio, con los amigos, los vecinos y los primos, jugando con tierra, y con una infinidad de mascotas, desde pollitos, hasta conejos, gatos y perros, y lamentablemente nuestro hijo se estaba perdiendo todas esas posibilidades. Por eso decidimos irnos a Chicureo, allá podíamos comprar una casa grande, con patio, en un lugar limpio, seguro y rodeado de naturaleza, y además era más barato que en Santiago”, cuenta.
Fernanda hoy en día tiene tres hijos y cinco perros, y está feliz con la decisión que tomó. “Es impagable que mis hijos no estén todo el día pegados a la televisión o a la tablet, sino que jueguen todo el día en el patio, que puedan celebrar sus cumpleaños en la casa, y más encima ¡que no se enfermen!, porque acá el aire es más limpio”, exclama.
Al igual que ella, muchas otras mujeres han decidido tomar esa opción, llevarse a sus familias lejos del centro de Santiago, de la congestión vehicular, de la contaminación y entregarles otro tipo de ambiente, pero eso también genera cambios en los padres. “Nosotros ahora reciclamos, hacemos nuestro propio compost, plantamos un huerto, y yo estoy todo el día con los niños. Como están súper chicos aún, tomo uno que otro proyecto de paisajismo en Chicureo, y lo voy desarrollando a mi tiempo, pero ya más adelante que crezcan un poco más, tengo planeado hacer mi propia home-office, e instalar mi empresa en la casa, como la mayoría de mis vecinas”, asegura Fernanda.
Es el caso de Karen Uribarri, periodista, quien luego de convertirse en madre, hace ya 10 años, decidió mudarse de La Reina a Chicureo, e instalar su propia consultora de comunicaciones en su casa. Actualmente tiene dos hijos, de 10 y 7 años, y vive desde enero de este año en Piedra Roja. “Mi decisión de trabajar desde la casa no tuvo que ver con la distancia de viajar todos los días a Santiago, sino que con la necesidad de ser parte activa y presente del crecimiento y desarrollo de mis hijos. Gracias a Dios tuve la oportunidad de realizarme profesionalmente, pese a trabajar desde mi casa y manejar mis propios tiempos. Eso es un privilegio”, asegura.
Las neo-dueñas de casa
Las profesionales de hoy han cambiado profundamente, respecto a las de hace 10 o 20 años. Ya no quieren dejar a sus niños con una nana, sino que criarlos ellas mismas, o al menos estar presentes gran parte del día, participar del proceso de desarrollo de los niños, estar en casa cuando llegue el marido y tal como lo hacían sus abuelas, cocinar queques y brownies para todos. Sin embargo, con las exigencias laborales esa realidad no es posible, por lo que han debido abrirse su propio espacio. No es raro ver profesionales, que hace años no se dedican a trabajar en lo que estudiaron, sino que han generado sus propios proyectos de emprendimiento, y para su sorpresa, no solo pueden trabajar desde su casa, sino que además les va muy bien.
Esta nueva mamá, ya no tiene miedo a tener más de uno o dos hijos, pues en su casa tiene espacio de sobra para varios, pero sí se preocupa de que estos se alimenten bien, con productos orgánicos de preferencia, y si son cultivados por ellos mismos, ¡que mejor!.
Se preocupan también de que los niños se relacionen con el ambiente, de que conozcan la tierra, y la respeten, les inculcan amor por los animales y les enseñan a reciclar.
Estas nuevas mamás, son iguales a las de antaño, con la diferencia que el quedarse en la casa para ellas es una opción. No están allí porque no puedan trabajar, pues cuentan con todos los requisitos para triunfar en el mundo laboral, sino que están casa, porque no quieren perderse la crianza de sus hijos, como seguramente les pasó a más de uno, con sus propios padres.
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