por Sergio Rodríguez
vía La restringida labor del gobernador de Santiago | País | La Tercera Edición Impresa.
Son dos puertas de madera que quedan frente a frente, en la mitad de un pasillo oscuro, en el primer piso de la Intendencia Metropolitana. Se ubican un par de metros a la izquierda desde el hall de ingreso de la repartición, casi perdidas tras una mampara con aspecto de olvido.
Allí, un pequeño cartel pegado a media altura lo anuncia con claridad: “Delegación provincial de Santiago, Ministerio del Interior”. La otra puerta acuña el mismo letrero, pero añade dos detalles: “Secretaría” y “horarios de atención”.
Esa es la oficina del nuevo gobernador de la provincia de Santiago, creada en 1981 y la única de todo Chile que en rigor no lo tiene, ya que el cargo fue añadido en 2001 bajo el título de “delegado provincial de Santiago”. ¿La razón? Su planta funcionaria jamás lo consideró. Tal vez, debido al exceso de autoridades cercanas: el Presidente de la República, el intendente metropolitano y el alcalde de Santiago, todos concentrados en apenas un par de manzanas.
Salvador Delgadillo (PC), de 49 años y ex alcalde de Tiltil, asumió ayer como delegado provincial de Santiago. “En los hechos, mi función está a la par de la de los demás gobernadores del país, es decir, administrar la provincia, salvo en la coordinación de la fuerza pública, que en este caso le corresponde al intendente metropolitano”, destaca.
Tal como la restitución y vigilancia de los bienes de uso público, tarea que, según un dictamen de la Contraloría emitido en 2012, también le corresponde al intendente, si es que el gobernador no existe como tal.
El mismo Delgadillo aclara que en las 32 comunas bajo la jurisdicción de su cargo, otras funciones, como aseo y ornato, igualmente son de los alcaldes.
La autoridad, de todos modos, subraya que en su línea de acción “está el tema protocolar de representación del intendente y la Presidenta. Y, entre otras cosas, vamos a hacer mucho trabajo en terreno, en la ejecución de programas de tipo social”.
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