Florencia Polanco
Este año el ámbito del transporte ha sido una verdadera piedra en el zapato para las exportaciones frutícolas. Porque al paro portuario que en abril pasado dejó mucha fruta fuera de mercado, a inicios de esta nueva temporada se agregó, una vez más, el casi tradicional embotellamiento en el aeropuerto de Santiago. Y, si bien el problema del aeropuerto podría solucionarse, surge una nueva amenaza: el riesgo de un nuevo paro portuario que, según indican en Asoex, podría ocurrir justo cuando esté en pleno auge la temporada.
Es casi una tradición: cuando los primeros berries y cerezas intentan llegar rápido a Asia y Estados Unidos, en el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago se copan las tres terminales internacionales de carga. Significa que la fruta queda por largas horas esperando y, en ocasiones incluso debe cambiar de destino o queda abajo de los aviones, lo que significa costos y pérdidas de calidad y económicas.
“Esta situación se torna todas las temporadas extremadamente compleja durante el mes de diciembre. Solo durante el presente mes se han embarcado 8.600 toneladas, lo que representa un aumento del orden de 7% respecto de igual período de la temporada pasada. Y son especialmente críticos los embarques durante los fines de semana, situación que ha implicado realizar un esfuerzo especial de todas las entidades que participan en este proceso, quienes incluso han tenido que extender sus horarios de atención a los fines de semana”, comenta Ronald Bown, presidente de Asoex.
La situación genera demoras y pérdidas importantes.
La jefa de operaciones de Utilitas, Johana Olivera, cuenta que hace dos semanas perdieron una carga completa de arándanos debido a los retrasos: “Debíamos llegar a Asia, pero como los vuelos están sobre estoqueados nos dejaron una carga abajo y tuvimos que cambiar el destino a Estados Unidos. Sin embargo, cuando fueron a ver la fruta, ya estaba llena de hongos”. Cuenta que las demoras parten en las cuatro horas y se pueden extender a dos días. Se pierde así la ventana de mejores precios, lo que en este año significaba remontar en parte el impacto económico que significaron las heladas que, para carozos, cerezas y arándanos dejaron pérdidas productivas cercanas al 40%.
El problema con el aeropuerto es que la infraestructura es ineficiente.
“Para empezar, los frigoríficos son chicos y no dan abasto”, explica Roberto Bravo, encargado de operaciones de NBO, empresa que embarca cerca de 40 toneladas de fruta diarias.
“Se juntan muchas toneladas. Ese es el gran problema que tenemos, sobre todo porque se cruza con el pescado que sale todo el año. Y como la fruta es un perecible, hay que darle una rotación rápida”, comenta Aidé Riquelme, encargada de operaciones de Global Carga.
Por ahora, no se contempla la posibilidad de ampliaciones para revertir la situación.
“Antes de que llegara este período, nos acercamos a hablar, y nos dicen que están conscientes, pero que el director no va a autorizar una inversión de millones de dólares para ampliar una infraestructura que será ocupada durante tres semanas y que el resto del año quedará botada”, cuenta Riquelme.
Las largas esperas no solo atentan contra la calidad laboral de los trabajadores y de la fruta, porque el petróleo de los camiones no alcanza para mantener la refrigeración encendida durante períodos tan extendidos (eso sin considerar el costo económico, energético y ambiental que implica mantener los motores funcionando sin parar por tiempos tan largos).
“Hemos tomado temperaturas a los coolers, y a veces llega a ocho grados. Lo bueno es que entra al frigorífico y después el avión lo baja a cero, pero tiene un golpe de temperatura que no es bueno”, comenta Bravo.
Los agentes, asegura Bravo, también asumen los costos. Según explica, los frigoríficos cobran una tarifa diaria, que bordea los $32 por kilo de fruta. Y si pasan las 24 horas a causa de un retraso, deben pagar otro día completo, aunque estén un par de minutos.
Por estos días la presión comienza a bajar, pues al pasar las fiestas muchos de los exportadores ya están enviando por mar. Sin embargo, el tema se debe resolver porque afecta a frutas que vienen creciendo fuerte. “A lo mejor, alguien querrá invertir y hacer un cuarto terminal. Así también abaratamos los precios, porque cuando hay poca oferta todo es más caro”, opina Aidé Riquelme.
Llamado a solucionar problemas portuarios
El paro portuario de abril pasado que mantuvo detenidos los envíos por barco durante más de 20 días, significó que importantes volúmenes de fruta se quedaron sin embarcar o tuvo que enviarse luego a otros destinos, dejando graves daños económicos a productores y exportadores.
El problema es que aún persisten situaciones complejas que hacen temer que podría ocurrir una nueva paralización, por lo que Ronald Bown, presidente de Asoex, llamó a que todos los sectores involucrados realicen los esfuerzos necesarios para lograr una solución definitiva a los problemas.
“El sector frutícola nacional ha sufrido graves daños producto de paralizaciones ocurridas en los últimos años… Por lo que urge una solución definitiva que evite nuevas movilizaciones que afecten a los miles de productores y exportadores medianos y pequeños que sufren dramáticas consecuencias”, aseguró Bown.
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