vía Suplemento Vivienda y Decoración.
Texto, Soledad Salgado S. Producción, Carolina Ovalle. Fotografías, Viviana Morales R. Chicureo es cada vez un destino más apetecido para quienes gozan con los paisajes agrestes. En el loteo San Guillermo, un padre y su hija -quienes comparten el gusto por los caballos y la naturaleza- compraron hace un tiempo dos terrenos aledaños, de 5.000 m², con la idea de hacer una vida en común. La decisión tomó cuerpo mientras ella estaba viviendo en Miami, sin embargo no parecía tan utópico volver a Chile, en algún momento, e instalarse al lado de su padre. Eso no ha sucedido aún, pero cada tanto llega de vacaciones al lugar, que está listo para recibirla con su marido e hijos.
El arquitecto Juan Carlos Sabbagh, quien desarrolló los dos proyectos, explica con qué ingenio armó la casa de ella: “Generamos un volumen con un crecimiento a futuro muy simple. El proyecto ya está definido, y por el momento solo hay un living comedor, cocina, baño y un dormitorio construido. Dentro del requerimiento se incorporó el que la ampliación fuera amigable; la constructora incluso puede trabajar desde afuera sin tocar la zona que ya está lista”, explica.
Ambos volúmenes comparten un gran patio de acceso, que define las entradas. Tras ellos, y en común, hay un jardín donde al fondo el arquitecto levantó unas caballerizas para los cinco caballos que tienen en la actualidad y con los que hacen paseos a los cerros vecinos. Además de una piscina, que por su longitud es ideal para nadar y huir por algunos minutos del calor que caracteriza a la zona en verano.
La arquitectura de las casas está inspirada en los riscos del cerro. “Si miras ves que hay bloques de roca y bloques verdes, alternados. Esa idea une ambas construcciones. Se hicieron con juegos de llenos y vacíos como piedras que se van amontonando”, explica Sabbagh, situación que es más evidente hacia la cara que da a la calle.
La del papá es más sencilla en cuanto a su materialidad. Se desarrolla igualmente en un piso, es hermética hacia afuera y busca la transparencia hacia el paisaje trasero (al igual que la otra), sin embargo, su cubierta es estructura metálica revestida en madera, a diferencia de la de la hija que tiene una de hormigón. En esta casa, Sabbagh probó ladrillo gris para su exterior, pero como era un producto nuevo para quienes lo desarrollaron, la terminación tiene visos de color tostado; por tal motivo, para el otro inmueble usó un ladrillo con otro tratamiento, que desde lejos parece hormigón.
Hacia el interior, ambos diseños tienen patios de luz. En la del padre destaca, en el área pública, un cielo de listones de pino que baja para transformarse en separación entre el comedor y el acceso. El cielo pintado de negro es el marco perfecto para una decoración en base a maderas, beiges, rojos y negros; donde la alusión a los caballos es patente a través de libros, cuadros, esculturas.
En la casa de la hija llama la atención un mueble en obra que separa el corredor del estar, con algunos nichos donde ubicar adornos y libros. Ese mueble alberga a la chimenea, que los convoca en las noches de invierno y sirve de apoyo para las vigas del cielo, que entran desde la terraza cruzando todo el cielo del estar. La decoración es más liviana, con mesas de vidrio, estilizadas sillas de diseño y un living donde es protagonista un sofá en L tapizado en algodón gris.
Sabbagh cuenta que cuando se efectúe la ampliación, el comedor -actualmente unido al living- se trasladará a una zona independiente, así el recinto quedará bastante más amplio, ocupando el mismo largo de la terraza y con una increíble vista hacia la piscina, quincho y jardín.
La casa de la hija está pensada para crecer al doble de metraje, y ganar en mas dormitorios, y sala de estar.
Gracias a su orientación, las casas reciben abundante sol en la mañana y por la tarde es más controlado.
Ver también: Casa Claro por Sabbagh en Hacienda Chicureo
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