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M. Valencia, C. Said y N. Cabello
“En Peñaflor no hay fábricas; económicamente, la comuna es mala. Los tacos se forman desde aquí hasta Santiago. El policlínico es pésimo. Hay muchos colegios, pero no tenemos buena educación. Hay muchos colectivos, pero caros”. Es el sombrío resumen que hace Verónica Benavides de su comuna de residencia, Peñaflor.
Esta zona y otras, como El Monte, Talagante, Pirque, Isla de Maipo, Curacaví, Paine, Tiltil, Padre Hurtado, Calera de Tango o San José de Maipo, comparten una constante dicotomía: viven los beneficios de localizarse cerca del capital, como buenas opciones de empleo, pero a la vez sufren la desventaja de aumentar su población sin incrementar su capacidad vial, sus servicios ni su conectividad.
El consejero regional Osvaldo Aravena señala que hay casos críticos, como el que vive El Monte. “En los últimos 20 años se han construido mas de 5.000 viviendas sociales que no han llevado consigo la necesaria dotación de servicios básicos. En esta comuna existen los mismos seis establecimientos educacionales municipales desde hace mas de 50 años, el mismo y único consultorio desde hace mas de 60 años y la única vía estructurante es la avenida Libertadores, donde hoy se generan tacos de proporciones casi toda la jornada”, grafica.
Según las cifras obtenidas de un estudio de MapCity, la única de estas comunas que tiene oferta de educación superior es Melipilla, con una universidad y tres institutos profesionales. Por eso, la mayoría de los jóvenes debe viajar a estudiar a Santiago. Muchos prefieren, por su cercanía, el Duoc UC del mall Plaza Oeste, en Maipú.
Los afuerinos
El alcalde de Calera de Tango, Erasmo Valenzuela, explica que los problemas se originan porque en la comuna ha habido un crecimiento de la población de un 5% anual y “por el PRMS (Plan Regulador Metropolitano de Santiago) tenemos atada la posibilidad de hacer crecer el área urbana y tener un crecimiento armónico y equitativo”.
Eso se traduce, por ejemplo, “en que la gente se instala en parcelas del sector rural donde no hemos podido llegar con agua potable y alcantarillado, no podemos entregar patentes comerciales ni tampoco ordenar esas construcciones porque no podemos cambiar nuestro plan regulador contraviniendo el PRMS”, dice el edil.
Afirma que les ha costado atraer colegios y que el municipio debió comprar ambulancias para que, cuando un paciente se agrave, entonces se le traslade a los hospitales Exequiel González Cortés, Barros Luco, Parroquial de San Bernardo o El Pino.
En Paine, el alcalde, Diego Vergara, dice que están siendo testigos de cómo llegan cada vez más proyectos inmobiliarios. “Es un fenómeno que se va desplazando de norte al sur. En Buin ya están colapsados, hay tacos infernales; el hospital San Luis, que compartimos, se hizo chico y ahora, de a poco, aparece el interés de instalarse en nuestra comuna”, asegura. Otro problema es el trabajo: “Llega gente que viene de la ciudad y acá si bien hay pleno empleo, eso es para el ámbito rural, porque no tenemos terrenos industriales. Así que llegan a la cesantía y están obligados a trabajar en Santiago, con todos los problemas de traslado que eso significa”.
El perfil de los nuevos vecinos también genera desafíos. El alcalde de Paine explica que, por ejemplo, llegan buscando colegios particulares y en la comuna hay solo uno, pues la mayoría es municipal o rural.
El intendente de la Región Metropolitana, Juan Antonio Peribonio, indica que para enfrentar la desigualdad que vive Santiago y su periferia se lanzó una Estrategia Regional de Desarrollo que establece un proyecto a largo plazo. “Nace del diagnóstico de que el crecimiento de la ciudad no ha sido equilibrado en muchos sentidos, no solo en la falta de suelo para viviendas sociales. (…) Hemos estado trabajando precisamente para que las comunas rurales dejen de sentirse como el patio trasero de Santiago con una importante inversión del gobierno regional en proyectos en el plano de transporte, como también cultural, educacional y de infraestructura”, detalla.
Tacos y transporte
El problema se agrava con la falta de transporte. En Talagante, Jorge Gajardo cuenta que para tomar locomoción “hay que ir a buscar los buses casi al terminal, porque si la tomo en la villa en la que vivo, viene lleno y no me para”, y critica que existan muy pocas empresas microbuseras en el sector. Al mes, gasta hasta $80 mil en movilización.
A eso se suman los tacos en la Autopista del Sol todos los días y el alto costo de la locomoción. Daniela Contreras, de Peñaflor, trabaja y estudia en Santiago. Debe salir a las 6:50 horas de su casa, para llegar a las 8:30 al metro Los Héroes. Cuenta que “el pasaje adulto sale $800 o $1.000. Casi vamos colgando en la micro, y hay una sola salida, la de Malloco, que colapsa”.
Para el urbanista de la UC, Luis Eduardo Bresciani, la clave para integrar las comunas periféricas al Gran Santiago es el transporte. “Hay que implementar sistemas metropolitanos, como trenes suburbanos, pero a la vez se requiere densificar estas zonas para que sean viables como centros de servicios y empleo. Así se pueden hacer viables las redes de transporte masivo. Se necesita que sean más densas, se expandan, de manera que tengan una masa crítica que facilite la localización de servicios. Por otra parte, Transantiago requiere una dimensión más metropolitana e incluir zonas ya integradas a la ciudad como Lampa, Colina, Calera de Tango, Buin y Paine.
Frente a la propuesta, el ministro de Transportes, Pedro Pablo Errázuriz, explica que el proyecto de ley de subsidios al transporte busca atacar el problema. “Específicamente para las comunas de la Región Metropolitana donde no opera Transantiago, el proyecto establece que si una de estas zonas se integra tarifaria o tecnológicamente al sistema, se produce un traspaso adicional de subsidio, proporcional al número de habitantes o área integrada. Esta norma también incorpora la posibilidad de usar como medio de pago la tarjeta Bip”.
Agrega que también contribuirán a mejorar la conectividad los proyectos de trenes, contemplados en el Plan Maestro de Transporte de Santiago 2025, como el Expreso a Nos, el Melitren (a Melipilla) y el tren suburbano de Batuco a Quinta Normal, con ramal a Cal y Canto.
Servicios
MapCity analizó la oferta en las comunas que rodean a la capital. Este fue el resultado:
Vitacura y Talagante tienen cerca de 78 mil habitantes cada una. Talagante tiene 14 cajeros automáticos, Vitacura más de 130. En Tiltil tienen dos y en Isla de Maipo solo uno.
Solo Melipilla, Peñaflor
y Talagante tienen una oficina de Conservador de Bienes Raíces.
Para otros trámites, Melipilla tiene tres notarías, Talagante y Peñaflor, dos; Colina y Curacaví, una. Además, de las 13 comunas estudiadas, solo Melipilla tiene, además, una oficina de Impuestos Internos.
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