Se ordena la despedida
En 1997 una gran sequía campeaba en la zona centro-sur. El entonces secretario regional ministerial de Agricultura, Rolando Núñez, me pidió encargarme de las comunicaciones en la Comisión Regional de Sequía. Lo primero que hice fue crear a Secano Canales, un simpático personaje que aconsejaba sobre los cuidados del agua entre la gente del mundo rural. También atendimos los múltiples requerimientos de la prensa, la radio y la TV. Si hasta la BBC de Londres vino a conocer el drama de los campesinos chilenos en Tiltil.
Sin embargo, el 2 y 3 de julio se desató un gran temporal de lluvia y la sequía murió de la noche a la mañana. Pasamos de una emergencia por escasez hídrica a una por exceso de agua.
Era tiempo de emigrar porque los propósitos se habían cumplido. Núñez me pidió que me incorporara a la Fundación de Comunicaciones del Agro, FUCOA, una institución dependiente del Ministerio de Agricultura que tenía periodistas destinados a asesorar a los seremis en cada región. Así pasaron más de 15 años, casi un tercio de mi vida en que tuve el privilegio de conocer y trabajar para la gente del mundo rural.
Hubo nuevas emergencias. Alguna nevazón nos obligó a internarnos en los cajones cordilleranos cuando el socorro llegaba a los crianceros del Alfalfal, en San José de Maipo; también recuerdo una memorable en la cima del cerro El Roble de Caleu; estuvimos en algún rincón olvidado de Curacaví o en medio de la majestuosidad de Talamí, en Alhué, o en Isla de Rojas, María Pinto. Cuando íbamos a San Pedro, mi tierra querida, sólo quería quedarme.
¡Qué privilegio tuve! Cada día un paisaje y rostros distintos y a tan pocos kilómetros de la urbe. Era el trabajo más hermoso del mundo. Podíamos estar en Chada, en Paine, en Mallarauco, en Naltagua, en Chicauma y en Pirque, la tierra de Santitos Rubio, a quien tantas veces le escuché decir la frase que encabeza estas palabras y que es tan propia de los cantores y poetas populares.
Si bien mi oficina estaba en Santiago, esa fría urbe de cemento, tuve la fortuna de tener vista a la Quinta Normal, a la que llegué cada día cubriendo los 34 kilómetros entre Peñaflor y Santiago. Debo reconocer que no me gusta la ciudad, más aún si ha devorado sin compasión los mejores suelos del planeta.
Ustedes podrán imaginar que en tantos años los rostros en la oficina de la Seremi de Agricultura van cambiando, pero hubo siempre un ambiente grato y tuve compañeros y compañeras excepcionales. Éramos una familia.
Trabajé junto a cinco seremis, de destinto signo y distintos estilos. Mi reconocimiento a Rolando Núñez, Ricardo Vial y Patricio Fuenzalida.
Mi trabajo se vio facilitado por la extraordinaria receptividad de los medios de comunicación, en particular los locales, esos que se construyen día a día con esfuerzo y con comunicadores abnegados. Esos medios nos permitían estar presente en cada una de las 18 comunas rurales de la región.
Los periodistas regionales nos reuníamos cada cierto tiempo. Cultivé amistad con algunos de ellos y en algunos casos las redes sociales me permiten mantenerla: Nadia Ojeda (Talca), Germán Flores (Magallanes), Rodrigo Medina (Bio Bio), Gustavo López (Aysén) y Juan Páez (Atacama), eran algunos embajadores de dispersas regiones. Cuando concurría a las oficinas centrales recibí la cordialidad de Geraldine, del poeta Gustavo Becerra, de Horacio Barrios, Mario Silva, Miguel Ibáñez (QEPD) o Rosita Bórquez.
Quiero testimoniar en tres personas mi gratitud a los compañeros de trabajo y, a través de ellas, a ustedes, las decenas de compañeros de labores: Luchito Arriagada (QEPD), el auxiliar; Paulita Díaz, la secretaria, y Francisco Larenas, en algún momento su vicepresidente ejecutivo, quien creó un bono por metas cumplidas, el único beneficio de los funcionarios de FUCOA.
También nos tocaba trabajar codo a codo con la jefatura de Prensa del Minagri. Mi gratitud a Alicia Galdames, que en cierto período me pidió que le acompañara. Lamentablemente no pude por diversas razones. Por cierto, hay otras personas que quisiera nombrar, pero temo olvidarlos. Lamentablemente desaparece la figura del periodista regional de FUCOA y aunque se nos ofreció continuar bajo otra modalidad de contrato en la Subsecretaría. Si bien pude seguir trabajando en este ámbito, creo pertinente emigrar. Otros desafíos me esperan.
Gracias y hasta siempre.
Hernán Bustos V.
Gracias Kiko, me encontré por sorpresa con esta publicación
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Un cariñoso saludo, Hernán. Te extrañamos en estos potreros.