Estaba almorzando en la terraza de El Establo con mi esposa, Javiera, desde donde podíamos vigilar nuestro auto estacionado que habíamos dejado con las ventanas entreabiertas por el calor del mediodía. Roberto Hasbún, el creador del restaurante, se sentó a conversar un rato con nosotros, y recomendarnos, además el ceviche de vidriola, que estuvo exquisito. Luego que Roberto se levantó para ingresar al local y continuar trabajando, sentimos tres fuertes golpes, muy cercanos entre sí, y cuando miramos hacia el lugar pudimos ver un hombre corriendo a subirse a un auto en la Avenida Chicureo que lo esperaba con la puerta trasera abierta, donde se subió para salir disparados. Rajados, si usted prefiere.
Los sonidos de golpes correspondieron a los que el tipo dio con una herramienta o a puño limpio contra la ventana de un vehículo estacionado que por una lámina protectora adicional no se rompió.
Lo que importa de este asunto, es que el ladrón estaba siendo informado por un tercer actor sobre cuál auto y qué robar. El maletín prometía ser un buen botín, el auto parecía uno sin protecciones en los vidrios y los comensales del restaurante no eran de los que publicaríamos algo al respecto. Insisto, al que hay que detectar es al que anda mirando ya sea en los autos, los supermercados, las entradas a las casas o condominios ¡Detecte al mirón!
Por supuesto, si el ataque hubiera sido a nuestro auto estacionado con las ventanas semi abiertas, no habríamos alcanzado a llegar para impedirlo. Es demasiado rápido.
That is a Toyota, Yaris, Sedan.
¡Gente, no dejen artículos de valor ni supuesto valor, ni posible valor a plena vista! Esto sucede do quier que lo hagan.