¿QUIEN PRENDE LA LUZ?
Primero
que nada pido perdón por no haber escrito el artículo
de la semana pasada. Lo que pasa es que me llegaron de regalo
dos cosas, una espiritual y una material, que por ser así
no dejó tampoco de remover mi espíritu.
La
primera fue ser invitado a participar y cantar a un taller de
Iván Lara sobre el Evangelio del Bien Amado Juan y la otra
una colección de libros preciosos que me regaló
mi mujer Paulina sobre todos los lugares de la tierra declarados
patrimonio de la humanidad.
No
pude dejar de conmoverme con ambos. En la primera por ver y tratar
de entender a un ser humano único en la historia que nos
invita al amor ya la luz a todos por igual sin embajadas egocéntricas
ni enclaves de poder.
En
la segunda por ver el amor que ponen y han puesto miles de seres
humanos en hacer de la belleza un fin y un trabajo de toda la
vida, no por conquistar la fama o un ego gigantesco, sino por
el deber y el placer mezclados en una gran ofrenda hacia lo superior
que hay en nosotros y en la creación.
Y
después de estas dos experiencias, que por cierto me removieron
y me hicieron también pasar ciertas angustias y algunos
momentos de claridad, se me confirmó una vez más
que por mucho que vayamos por la senda del "progreso"
(sea lo que sea que esto signifique) y por mucho que crezcamos
al 3% o al 7% estamos cada vez más solos y huérfanos,
confundiendo la tecnología y el pragmatismo con el objetivo,
que no es otro que haber comprendido y amado lo suficiente para
que el paso de el estado de "vida" al de "muerte"
al menos tenga algún significado o que podamos al menos
decir tristemente: "gracias por la oportunidad que me perdí".
¡Que
difícil es la tarea a veces! En lo espiritual nos hemos
quedado en lo formal, en cumplir como el trabajador sin motivación
que cumple su horario cabal y rutinariamente. Adoramos como lo
haría un coro de caturras. Meditamos y oramos semidormidos
y hacemos nuestro trabajo en forma mediocre sin medir las consecuencias.
El
resultado es una sociedad fome, inmadura y peligrosa, una familia
disociada y violenta, si no en lo físico, sí en
lo psicológico, e individuos inseguros y poco veraces.
¿Progreso?
Hemos confundido el camino espiritual con la seguridad que da
una empresa de seguros y nos olvidamos que en el mundo de lo luminoso
y divino no hay cheques en garantía por mucho que repitamos
como loros lo que nunca nos preocupamos de comprender, es decir
el "hacer nuestro".
Lo
que "hacemos nuestro" es la contingencia de cada día
que leemos ávidamente como esclavos hambrientos en la prensa.
Un encadenamiento al tiempo y al espacio de una serie de sucesos
mecánicos repetidos, que no es más que llenarnos
de información, la mayoría de la veces inútil,
de cosas y adminículos que nos hacen vivir para pagar y
cuando miramos hacia dentro de nosotros, el vacío es tan
grande que nos ponemos a repetir alguna plegaria compulsiva y
mecánicamente para que todo siga igual a la hora siguiente.
En un momento en que las religiones forman parte del mercado y
de las estadísticas, en que el arte se compra la primera
pirueta que se le ocurre a cualquier ingenuo, para mí fue
iluminador participar en un taller espiritual como el de Iván
Lara y también me resultó muy emocionante repasar
en esos libros que nombré al principio, la belleza que
somos capaces de absorber y luego proyectar cuando no se nos olvida
lo más importante: Mantener encendida la vela del conocimiento,
de la creación y de la luz que hay en cada uno de nosotros.