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Swami Ecananda y Ketty Gómez

Ketty Gómez en su "SALA MÁGICA"

Andrea Ragni, profesora del centro, junto a su hijo.

El yoga, disciplina milenaria que comenzó en India hace ya 5000 años y cuyo nombre proviene del sánscrito —idioma en el que significa ¨unión¨*—, es parte ahora también, de las actividades que se pueden practicar en Chicureo.

A cargo y en casa de la profesora Ketty Gómez, las clases comenzaron el 12 de noviembre, pero inauguradas el sábado 19 a las 20:00 horas en una muy bien instalada sala de ejercicios, con una ceremonia de iniciación a cargo del maestro Swami Ecananda.

Ketty Gómez nos explicó: "El yoga es para todo el mundo, para mujeres, hombres deportistas y niños. Por ejemplo, en este minuto, tenemos en las mañanas yoga para niños chicos, para así tenerlos entretenidos y dejarle las mañanas libres a las mamás. También hacemos yoga en el agua".

La ceremonia de iniciación, luego de un conmovedor "ohm" (oir), consistió en ofrecer el edificio, donde se efectúan las clases, al cosmos y purificarlo para que así se encuentre siempre lleno de energías positiva (buena onda o karmas positivos).

El Yoga se practica de lunes a viernes en los siguientes horarios: 9:30; 11:00, 18:30 y 20:00. La primera clase es gratis. El costo de la inscripción es $25.000 y el valor mensual $30.000... MÁS INFORMACIÓN

Y para finalizar nuestra nota les entregamos dos de los cantos con los que se festejó parte de la ceremonia:

*Respecto al Yoga:

En principio, Yoga significa toda clase de uniones. En los sistemas filosóficos y religiosos de la India se usa en el sentido de realizar la unión del Atma —el principio espiritual del hombre, su alma— con Brahma —la Divinidad—, significando también la unión consciente del cuerpo del hombre con su espíritu, y de la personalidad superficial con la personalidad profunda.

Esto es el estado de integración, de unificación consciente de los aspectos superficiales, profundos y superiores de la persona.

En seguida, Yoga es el conjunto de técnicas precisas y sistemáticas que conducen al desarrollo de determinados niveles de conciencia, no desarrollados en la mayor parte de nosotros, y a la integración de tales niveles en un estado único de conciencia total y permanente.

El Yoga, entonces, es desarrollo y unificación. Tal definición implica que inicialmente carecemos de estas cualidades en el grado que podemos llegar a tenerlas. El Yoga, como muchas otras enseñanzas de diversas tradiciones, nos demuestra que vivimos de modo muy limitado en múltiples aspectos de nuestra naturaleza y estas limitaciones pueden agruparse en tres categorías :

1.. FALTA DE DESARROLLO. - Nuestra conciencia resulta limitada, circunscrita, a su nivel más superficial. En nuestro interior yacen enormes energías y asombrosas facultades de las cuales la mayoría de las personas apenas si se enteran en el transcurso de toda su vida. A título de ejemplo, las facultades de percepción extrasensorial que estudia la Parapsicología; el perfecto dominio del dolor, como lo demuestran los Fakires; la intuición capaz de materializar los más audaces proyectos y posibilidades visualizados por una sana imaginación creadora; entre otras innumerables capacidades humanas.

2.. FALTA DE UNIDAD. - Las personas vivimos divididas. Nuestras diversas facultades o niveles de conciencia actúan en completa independencia, cuando no lo hacen en mutua contraposición.

El cuerpo puede buscar algo distinto o contrario de lo que quiere la voluntad; sus deseos reaccionan a menudo en contra de nuestras ideas y convicciones; lo que desea en un momento dado, deja de desearlo en otro, etc. Es enorme la cantidad de energía que perdemos con estas tensiones, y notable la disminución de rendimiento que produce este actuar en zigzag. Es en este fenomeno que encontramos el origen de tantos trastornos, como la ansiedad, timidez, impulsividad, abulia, etc., que se interponen constantemente en la expresión libre y completa de nuestras posibilidades.

3. FALTA DE JERARQUÍA. - No basta que nuestros diferentes niveles (motor, emocional, intelectual, reproductivo, etc.) estén integrados, sino que es preciso que los inferiores actúen en completa subordinación a los superiores, de modo estable, sin excesivo esfuerzo ni grandes "sacrificios".