El verano pasado, en medio de la inevitable conquista del street style de los tenis Adidas Samba de tres rayas, una zapatilla inesperada empezó a surgir como contrapeso. Entre las docenas de pares de las clásicas Samba en blanco y negro y un puñado de iteraciones de las colaboraciones de Wales Bonner y Gucci, había una versión más técnica de la zapatilla: un par de tenis de fútbol profesional.