Una mañana de finales de mayo, tras regresar de su chacra (terreno de cultivo) en Villa La Legua, en el departamento peruano de Piura, Carlos Arturo Zapata, de 93 años, se sintió mal. Era un hombre fuerte y vital, pero, de pronto, la fiebre, el dolor de cabeza y una suerte de sensación extraña en los ojos, como quemante, comenzaron a golpearlo.