En el fuego hay un magnetismo primitivo que nuestra cultura del asado capitaliza bien. Es un espectáculo poderoso en torno al que algunas parrillas y restaurantes de carnes organizan experiencias gastronómicas que el público extranjero percibe como citas imprescindibles en estas coordenadas. Es un martes poco antes de las 20, el restaurante es a puertas cerradas -se accede con estricta reserva- y se llama Fogón Asado. Aquí no hay mesas. Y el fuego en torno a la que se congregan…
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‘ En Palermo, la parrilla premiada donde hay que reservar al menos un mes antes para comer el asado que es una verdadera «manteca»