Es muy interesante analizar la evolución que se produjo, en los últimos veinte años, en la profesión del cocinero. Muchos de ellos -la mayoría- siguen viviendo el anonimato con humildad, abnegación y presionados por las sobrecargas horarias. Los clientes no conocen sus caras. Reciben sueldos inicuos. Trabajan, sacrificados, en cocinas destartaladas. Es una realidad que no hay que olvidar. Otros lograron fugarse de ese encierro para crecer y materializar sus ambiciones.
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‘ En Núñez, nuevo restaurante de un chef de culto: jamón y bondiola exquisitos y muy buenas pastas artesanales