A unos pasos de las bulliciosas calles de la Ciudad de México, y aún dentro de los límites del sur de la capital mexicana, un anaranjado intenso se extiende por hectáreas de tierra donde los floricultores locales se dedican al cultivo de la flor de cempasúchil que adorna calles, casas, hospitales y plazas públicas por el Día de Muertos.