Cada noche un centenar de mujeres se instala sobre una de la principales avenidas de Medellín para ofrecer sexo. Otrora uno de los lugares más violentos del mundo, la ciudad colombiana vive un boom turístico que dispara la prostitución y también la pedofilia. Varios casos de menores explotados sexualmente por extranjeros han puesto el turismo sexual en la mira del gobierno local, que prohibió en abril la oferta y demanda de servicios sexuales en el turístico barrio El Poblado.