Tras el paso devastador del huracán Otis, los habitantes de Acapulco hacen frente a una situación caótica, sin electricidad, agua, combustible ni teléfono.
Mientras la población busca alimentos entre los escombros de las tiendas, los sectores público y privado han acordado un plan de acción para impulsar la reconstrucción de la infraestructura básica.