Cada vez que Alfonso Formoso necesita cargar combustible viaja a otro país. Conduce unos 30 kilómetros desde Salto, la ciudad de Uruguay donde vive, hasta la vecina Concordia, en Argentina. De paso, va al supermercado y cena algo. Su bolsillo, agradecido. La economía uruguaya, no tanto. Ante la constante devaluación del peso argentino, decenas de miles de uruguayos atraviesan diariamente los puentes ubicados en tres puntos de la frontera