Mis colegas y yo hemos pasado meses investigando la industria azucarera en el estado occidental indio de Maharashtra. Hemos documentado matrimonios ilegales de menores, condiciones de trabajo brutales y un patrón de mujeres forzadas a someterse a histerectomías innecesarias. Una pregunta surgía una y otra vez: si esta industria es tan abusiva, ¿por qué los trabajadores no se van y ya? La respuesta era más turbia de lo que podíamos imaginar.