«La Historia nos exige completar la Unión». Habla Josep Borrell, jefe de la diplomacia comunitaria. Tan breve y tan claro. La invasión rusa de Ucrania, que ahora cumple dos años, ha puesto al viejo continente ante un espejo en el que no quería mirarse: el de la seguridad, el de los retos defensivos, el de la ampliación al este. Tabúes, asuntos complicados que se iban relegando por otras prioridades y urgencias y que ahora, a golpe de bombas, se han convertido en retos insoslayables.