La tensa relación entre la Iglesia católica y la comunidad LGBT ha adquirido mayor notoriedad en los últimos años, especialmente tras el ascenso del papa Francisco, un pontífice más progresista que sus predecesores —al menos de acuerdo con algunos sectores conservadores— que se ha referido en varias oportunidades al lugar de los homosexuales en el cristianismo y en particular al matrimonio entre personas del mismo sexo.